El Manifiesto 2/4 El Dominion Textos y Artículos Histórico Enlaces ACCUEIL (FR) PORTADA


ASTROLOGÍA: EL MANIFIESTO 2/4
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --



CONTENIDO

 4. El Ternario del Conocimiento
 5. Un Modelo Estructural de la Astrología
 6. Matriz Astral y Razón Matricial

 EL MANIFIESTO 1/4
 EL MANIFIESTO 3/4
 EL MANIFIESTO 4/4

 

4. El Ternario del Conocimiento

"El Todo está presente en los lugares de todo verdadero nacimiento, de todo despertar.
(...) Ahora bien, "comprender" no es sólo abrazar y reunificar la multiplicidad,
sino basar el acto del conocimiento sobre un suelo vivido como arcaico y original:
no tanto en función de una anterioridad histórica realmente puesta al día,
como por la relación, ella misma arcaica, que cada alma mantiene con los estratos
olvidados de la psique consciente o inconsciente".
(Françoise Bonardel: El Hermetismo)


    La astrología existe, no porque encontremos aún partidarios de prácticas horoscópicas, sino porque el conocimiento astral es una forma particular del saber, proveniente de la tridimensionalidad de la realidad y de la diversidad irreductible de las disposiciones cognitivas del espíritu humano.

    En efecto, la realidad aparece en la consciencia según tres modalidades distintas: como objeto, como signo o señal, como estado, o llamado de otro modo entidad física, mental o psíquica. Podemos inferir de esto que existen, en relación a esta división, tres espacios mayores en el desarrollo del conocimiento y tres tipos de "ciencias" que los cubren: las ciencias de los objetos, empírico-analíticas (las ciencias bio-químico-físicas), las cuales observan, miden, experimentan y modelan los fenómenos materiales; las ciencias de los signos o señales, histórico-hermenéuticas (las llamadas "sociales" o "humanas"), las cuales conciernen al reagrupamiento de los testimonios y a la interpretación de la actividad cultural; y las ciencias de los estados (la astrología y las disciplinas conexas), las cuales aprehenden la realidad a través de la totalidad del ser psíquico. [1] 

    A cada uno de estos tipos de "ciencia " corresponde una forma de organización arquetípica, de estructura ideal, elaborada o desvelada según tres fases sucesivas : una fase de observación, una fase de formalización, y una fase de transformación.


    El CRISTAL, o estructura empírico-analítica, es la forma ideal de las relaciones entre los objetos, ya sean éstos " naturales " (es el caso de las ciencias físicas), o abstractos, ideales (los números, figuras, funciones y conjuntos de las matemáticas). " A este reino del objeto, como método de la presencia, corresponde la ciencia, sin embargo, por otro lado, como teoría, provoca la realidad, apuntando especialmente a su objetidad ". [2]  Tres fases caracterizan el enfoque científico :

El conjunto de estos procesos tiende a explicar el funcionamiento de la realidad de los objetos, y a dominar y transformar el objeto en tanto que resistencia a lo mental. De este modo, la realidad científica se construye a través de la mediación del espíritu. La experimentación y la observación mismas resultan de distribuciones instrumentales y de disposiciones mentales específicas. Las leyes de la física resultan de la mirada del experimentador sobre la realidad aprehendida. Heisenberg ha subrayado que el " fenómeno " resulta de una interacción entre el objeto experimentado, el dispositivo de medida y el experimentador. Es la teoría quien determina lo que debe ser observado. [3]  Según Bachelard, la ciencia nace precisamente de la ruptura con la percepción común, y se construye " contra la Naturaleza ". Supuestamente de creación reciente (post-kepleriana y post-newtoniana) y de naturaleza " materialista ", tiene como objeto privilegiado el reino mineral. [4]  Es por ello que el Cristal está siempre en vías de elaboración, dirigido hacia el futuro, implicado en un proceso ilimitado de construcción y reconstrucción de la realidad.
 

El CÓDIGO, o estructura histórico-hermenéutica (lingüística, semiológica, socio-histórica), es la forma ideal de las relaciones entre señales en el seno de un complejo socio-cultural dado. Ferdinand de Saussure definió la lengua como un sistema de signos, un producto social, un código relativamente independiente de las manifestaciones individuales de la " palabra ". La unidad lingüística no posee realidad independientemente de sus relaciones con el todo : se define a la vez por el lugar que ésta ocupa en el seno de la red de relaciones que constituyen la lengua, y por lo que difiere positivamente de otras unidades comparables. [5]  Tres fases caracterizan el enfoque cultural :

    Esta gestión no busca explicar un fenómeno, sino describir e interpretar datos, dicho de otro modo, dilucidar el sentido de los diversos productos de una cultura en función de los modelos interpretativos que habrán sido elaborados. El Código se extrae del pasado, identificado a través de sus formas re-conocidas, abierto a cualquier nueva tentativa de formalización y a toda información susceptible de modificarlo.


    La MATRIZ, o estructura psico-sintética (astrológica), es la forma ideal de las relaciones entre estados. Ésta ilustra la organización de una realidad potencial, intangible, invisible, liminal, inconsciente. Paul Valéry escribió en 1938: " ‘Por debajo’ de toda figuración, de todo conocimiento y de todo sentimiento, está el fondo energético, la fuente y su caudal, y las tres o cuatro formas que puede tomar esta energía, libre o unida, y las tres o cuatro distribuciones diferenciadas que resultantes de la fuente, la oponen a ella misma, reaccionan sobre el caudal, etc. " [6]  Las impresiones no son los estados psíquicos, sino las formas "mínimas ", arquetípicas, en número limitado, quienes los inervan. A semejanza del Cristal y del Código, tres fases caracterizan la gestión psico-sintética:

    Charles Peirce especificó en sus escritos la existencia necesaria y lógica de una facultad de observación abstractiva que asegura la coherencia de la realidad aprehendida y que permite "descubrir lo que debe ser y no simplemente lo que está en el mundo real". [7]  A este modo de aprehensión de la realidad corresponde el razonamiento por abducción susceptible de identificar una realidad inverificable. La abducción se distingue de la deducción, modo de razonamiento propio de la lógica formal (Aristóteles, Leibiniz...) y de la inducción, propia del método experimental. El rigor del lógico testimonia a favor del apego de ciertos pensadores espiritualistas a preservar lo que ellos llaman "imaginación simbólica" (Henry Corbin). La gestión astrológica no busca ya explicar un fenómeno, ni interpretar datos, sino comprender una realidad subyacente, en cuanto que los fenómenos y datos culturales encuentran su fuente en la psique. La Matriz es a la vez presente e intemporal: concuerda con el momento presente, perpetuando un fondo permanente y preexistente.

    Wilhelm Dilthey, en su proyecto kantiano de edificar una antropología general, no distingue lo "psíquico" de lo "socio-histórico", y se contenta con oponer la explicación de la Naturaleza a la comprensión (Verstehen) de la vida psíquica a través de la experiencia vivida (Erlebnis). [8]  Ahora bien, existen tres niveles: la explicación del mundo físico, la interpretación del mundo cultural, y la comprensión del mundo psíquico. Como existen tres lenguajes, es decir, tres modos abstractos de declinación y de abstracción mental de la realidad: las lenguas vivas que permiten comunicar y transmitir la información, la lengua matemática que opera esencialmente sobre los números y da cuenta de la variabilidad de los objetos, y la lengua astrológica donde los operadores simbolizan las transformaciones de la psique. [9] 

    La astrología es el hogar de una comprensión estructural de la psique. La comprensión astrológica difiere tanto de la explicación de las ciencias duras como de la interpretación de las ciencias "humanas". Comprender, en el sentido astrológico, es razonar por abducción, es respetar una lógica matricial, no identitaria. No es demostrar, es mostrar. Ningún método filosófico o hermenéutico, ninguna técnica analítica o aún estadística, rinde cuenta de ella sin degradarla. El pensamiento matricial se une, no a unificar la multitud de representaciones mentales, sino a preservar la organización de lo múltiple que se sitúa más allá de estas representaciones. Consiste en pensar pluralmente la pluralidad. La astrología no puede definirse más que en el espacio que es suyo: el espacio igualitario de la potencialización cualitativa del psiquismo.

    Numerosos astrólogos contemporáneos, apasionados de las estadísticas y de la racionalidad científica, se confunden respecto a la naturaleza del saber astrológico, esperando del lado de los científicos una "justificación" de sus prácticas. Las estadísticas no ofrecen en esta materia más que interpretaciones inciertas de "resultados" parciales: "No debería ser una cuestión de "probar" a través de éstas la astrología; la "prueba" (...) depende del terreno de los hechos, mientras que la astrología opera en las estructuras". [10]  La extensión inadecuada a la astrología de métodos que pertenecen a las ciencias físicas pone de manifiesto un desconocimiento de la naturaleza de la astrología y un desprecio por la realidad psíquica. No se mide la lunaridad (cualidad Luna) como medimos la presión atmosférica. La afectividad y la consciencia no "se explican" en términos mecánicos. Los métodos instrumentales y los esquemas astro-estadísticos no conciernen al contenido del saber astrológico, como las curvas de variación encefalográficas no conciernen al contenido de los sueños o las transformaciones orgánicas resultantes de las posturas del yoga. Si existen influencias planetarias a nivel físico o macrofísico, éstas no dependen de la astrología sino de la cosmobiología. [11]  Contrariamente a lo que se cree comúnmente y perentoriamente se afirma, la astrología es un conocimiento serio: todo conocimiento de lo humano es tributario de la psique, como lo subrayó Jung en sus obras, y la ignorancia de este factor esencial, si no su negación, es el escollo de la investigación moderna. De este modo, la psicología universitaria sigue atascada en el desierto de las teorías experimentales cuando no es sacudida por las mareas de la terapia freudiana.

    No existe hoy ningún modelo de explicación causal para la astrología y ninguna de las teorías físicas que han sido propuestas es verdaderamente satisfactoria: citemos a título informativo el modelo elemental de Ptolomeo, resultante de concepciones astro-meteorológicas, la teoría de los rayos estelares de Al-Kindî y el modelo de los armónicos de Kepler. Incluso si es probable, en última instancia, que la ciencia pueda descubrir una explicación geo o bio-magnética de la integración nerviosa, celular, o molecular de los ritmos planetarios en la materia viva, esta explicación no sabría esclarecer las transformaciones psíquico-astrales que operan en otro nivel de la realidad, ni consecuentemente, legitimar ninguna aplicación particular decisiva en la comprensión del tema natal y de los ciclos colectivos. Del mismo modo que la neurobiología no aclara los fenómenos de la consciencia. Esta autonomía de la astrología con respecto al campo científico no implica que sea "anti-científica" contrariamente a lo que proclaman los cientifistas. [12] 
 

5. Un Modelo Estructural de la Astrología

"Nosotros no comprendemos designar así un montón
de estructuras todas montadas e inmutables,
sino matrices a partir de las cuales se engendran
unas estructuras que atañen todas a un mismo conjunto".
(Claude Lévi-Strauss: El hombre desnudo)


    La disolución de la ontología tradicional ha sido la causa de un formidable desencantamiento del Mundo (Max Weber, Alexandre Koyré). La decadencia de las nociones globales de Naturaleza y Cosmos ha preparado la llegada de la Estructura. Lo que se perdió en la sustitución, es la interdependencia del hombre con sus "próximos" en un mundo que ha llegado a ser acósmico por la abolición del parecido entre el microcosmos y el "macanthropo" (Paracelso), por la "de-suposición" de una armonía universal en el seno de la cual todo se respondía y "se expresaba en sí mismo", y por la intrusión de una antinomia, de una antipatía, entre lo visible y un invisible desconsiderado. Es la modernidad quien debe administrar este nuevo avatar.

    La noción de estructura, desde de su acepción trivial de organización general de elementos formando una totalidad, se ha enriquecido y diversificado atravesando disciplinas tan diferentes como la etnología y las matemáticas, la biología y la sociología, la lingüística y el psicoanálisis. La Estructura interpreta lo real como un tejido de relaciones entre elementos en número indefinido, no teniendo una relación particular, ninguno de estos elementos, "anónimos", con la totalidad. Es ahí donde la Estructura es acósmica. Michel Serres definió el concepto de estructura en relación con el de modelo, el cual es la ilustración o la realización: "Una estructura es un conjunto operacional de significación indefinida (...) agrupando elementos, en número cualquiera, de los cuales no se especifica el contenido, y relaciones, en número finito, de los cuales no se especifica la naturaleza, pero de los que se define la función y ciertos resultados en cuanto a los elementos. En el supuesto que especifiquemos entonces, de una manera determinada, el contenido de los elementos y la naturaleza de las relaciones, obtenemos un modelo (un paradigma) de esta estructura: ésta última es, por tanto, el análogo formal de todos los modelos concretos que ésta organiza". [13] 

    Desde sus comienzos, la astrología ha encontrado estructuras (el Zodíaco de los Babilonios en el siglo V A.C., el Septenario y el sistema de Casas con los Griegos...), pero en razón de determinaciones prácticas a las que éstas conducen, el acento ha recaído sobre los modelos, en su detrimento propio. Por tanto, es importante reorientar la reflexión sobre estos continentes, de los que resulta toda tentativa de formalización. Yo designo las cuatro estructuras cardinales de la astrología, que aparecen ya con los griegos, por los términos de Planetario (o conjunto estructurado de los Planetas), Dominion (o conjunto estructurado de las Casas), Cíclada (o conjunto estructurado de los Ciclos), y, por supuesto, de Zodíaco (o conjunto estructurado de los Signos zodiacales).

    Estas estructuras resultan de un arquetipo que parece universal: el de los cuatro modos de descomposición de lo real por la consciencia. El naturalista kantiano Jakob von Uexküll (1864-1944), precursor de la etología, designa por medio (Umwelt) el resultado del recorte específico de lo real por la percepción: cada organismo crea su medio más próximo y construye su experiencia en función de las condiciones iniciales de su percepción. [14]  Por otra parte, los etnólogos han reconocido en las sociedades sin escritura, la existencia de cuatro nociones fundamentales, cuatro categorías primordiales del espíritu, en las fuentes de la actividad cultural y de la organización social: fuerzas indefinidas o maná, sus lugares de posesión, sus momentos de actualización, y su distribución ordenada entre los hombres, los seres y los objetos de la naturaleza. [15]  Lo real sería un continuo que la percepción disocia según cuatro modos específicos. El estudio del comportamiento animal ha permitido establecer que cada especie, aunque también cada individuo, se forjaba su mundo propio; el estudio de las culturas humanas ha mostrado que el mundo del hombre obedecía a una lógica cuaternaria.

    Los "cuadros permanentes de la vida mental" [16]  son el resultado de una concepción intuitiva de lo que podemos llamar medios condicionales: estos son, la Energía, el Espacio, el Tiempo y la Estructura, designados por los Griegos por medio de los términos kratos, topos, kaïros y cosmos. De esta manera toda manifestación de lo real induce a transformaciones perceptivas específicas en los planos energético (diferenciación de fuerzas), espacial (diferenciación de lugares), temporal (diferenciación de momentos y de fases), y estructural (diferenciación de formas, o incluso, organización del conjunto de fuerzas, lugares y momentos). Cada cosa es una distribución compleja de fuerza-forma en un lugar-momento dado.

    La física conserva esta concepción a través de sus cuatro nociones fundamentales de masa (medida de la cantidad de materia), de longitud (medida de la extensión), de tiempo (medida de la duración) y de temperatura (medida de la agitación molecular y de la organización de la materia), pero también las matemáticas, en las cuales los operadores (números aritméticos, figuras geométricas, funciones analíticas, y conjuntos algebraicos) son, respectivamente, análogos energéticos, espaciales, temporales y estructurales de los conceptos de la física. Así, el Cristal es una representación más elaborada de una predisposición primordial, original y arquetípica.

    Podemos observar una quadripartición equivalente en la organización de las lenguas: los verbos (que marcan la acción, la transformación, o incluso la estabilidad), los nombres (que, designando un objeto, una sustancia o una persona, de alguna dorma los localizan), los adjetivos y adverbios (que marcan la calidad de una entidad o las condiciones de una situación, en principio temporalmente variables), y los términos sintácticos, como las preposiciones, conjunciones y pronombres (que organizan el discurso, establecen las relaciones, y caracterizan una situación elocutiva).

    El Cristal, el Código y la Matriz obedecen a las mismas leyes estructurales. En efecto los 4 medios condicionales generan, en lo que respecta a la astrología, una cuádruple repartición equivalente: por polarización energética, por domificación espacial, por periodicidad temporal, y por diferenciación estructural. De donde se deducen los Planetas, Casas, Ciclos y Signos de las estructuras astrológicas. El planeta es a la astrología lo que el número es a las matemáticas y lo que el verbo es al lenguaje articulado... Además, signos, ciclos, casas y planetas, desigualmente distribuidos en el tema natal, figuran, para cada uno, su perspectiva psíquico-astral propia, su mundo, en el que se reflejan las relaciones que éste mantiene con el mundo.

    El astrólogo ahogado en una simbología laxista, muy a menudo es incapaz de distinguir la diferencia ontológica entre un signo zodiacal y un planeta. En efecto, los factores astrológicos operan en la consciencia de cada uno según modos específicos: las fuerzas planetarias traducen su modo de percepción y de división del mundo que lo rodea siguiendo el estado y las transformaciones de su potencial de excitabilidad; las casas astrales traducen sus lugares de actualización y de integración en el medio ambiente, es decir, sus situaciones de enraizamiento y de desapego existencial; los operadores cíclicos (aspectos, tránsitos y edades) traducen sus modos de evolución y sus plazos temporales; los signos zodiacales traducen sus modos de reacción y de comportamiento, pero también de identificación y de aspiración, en tanto que éstos sintetizan los demás factores. Dicho de otro modo: los Planetas representan los modos de percepción de lo real, las Casas los modos de relación del sujeto con lo real percibido, los Ciclos los modos de variación de estas relaciones, los Signos los modos de fijación del sujeto después de la estabilización de estas variaciones.

    Es la estructuralidad la que suministra los elementos y distribuciones astrológicas: formas, momentos, lugares y fuerzas son rupturas del mismo continuum, recortes en el tejido de lo real. El Planetario, el Dominion, la Cíclada y el Zodíaco ilustran la misma Matriz bajo un ángulo diferente. [17]  Desde luego que no hay "en el cielo astrológico" sólo planetas. Sin embargo, el astro opera simultáneamente como fuerza energética, como campo de la esfera local, como fase de un ciclo y como fuerza zodiacal, ya que pone de manifiesto los cuatro modos condicionales de integración orgánica: para el ser vivo no existen más que estructuras integradas. Si las Casas, los Ciclos y los Signos zodiacales pueden aparecer como modalidades espacial, temporal o estructural de elementos planetarios efectivos, los Planetas en sí mismos son las señales aparentes del proceso de polarización. Y si es legítimo concebir lo real bajo el ángulo energético (primacía de la fuerza, de la materia y de la presencia visible), y también espacial (todo resulta de campos de atracción y de repulsión), o incluso temporal (todo resulta de ciclos de variación), es sin embargo bajo el ángulo estructural donde se presentan estas diversas diferenciaciones, y es aún la estructura la que muestra este reparto tetrádico, incluyéndose ella misma como la cuarta y última referencia.

    Además, lo que caracteriza la estructuralidad astrológica -y lo que la distingue de los modos matemáticos y lingüísticos de la estructura-, es su naturaleza periódica (especificidad de la que no da cuenta la definición de Serres). El zodíaco es un ciclo anual, el Dominion un ciclo diario, los ciclos planetarios tienen diversos períodos (un mes para el ciclo lunar, doce años para el ciclo jupiteriano, treinta años para el ciclo saturniano...). Las diferentes calidades zodiacales, planetarias y sectoriales vuelven tras un período de tiempo definido. Contrariamente al movimiento pendular, al ciclo respiratorio, o incluso al flujo y reflujo de las mareas, que son simples movimientos de vaivén, el ciclo astral presenta una verdadera alternancia de fases interdependientes. Es la circularidad lo que confiere a las estructuras astrales su homogeneidad.

    Esta estructuración cíclica está inscrita en la organización nerviosa que produce las variaciones periódicas de los planetas. La integración neurofisiológica de los ritmos geosolares se traduce por una inervación psíquica continua –la incidencia astral- y una estructuración del sistema nervioso por medio de las impresiones, que dan lugar al nacimiento de las representaciones psicomentales. La apuesta de una astrología estructural reside en la asignación y la organización coherente de estos "vectores" psíquicos que sobrentienden las representaciones mentales, en tanto que éstas resultan siempre de la mediación entre estados y resistencias a estos estados en la conciencia, inervada por las impresiones y enervada por un entorno contingente.

    Los símbolos astrológicos están dispuestos en el seno de estructuras operativas por medio del pensamiento matricial. Sin embargo, estas estructuras no tienen una significación determinada, a pesar de la mediación obligada de cualquier enfoque cognitivo: éstas preexisten a los sistemas de interpretación y a los contenidos específicos. Lo que explica la extrema plasticidad del discurso astrológico. Son doce los trabajos que Hércules deberá cumplir. [18]  El simbolismo astrológico es ya sistemático: en coherencia interna y en funciones interdependientes. Los lugares, en el seno de la estructura, predeterminan los elementos que allí se alojarán y las funciones de las que éstos serán los representantes. La articulación de los símbolos preexiste a la determinación de sus contenidos. Las significaciones avanzadas son efectos (a la vez productos consecuentes y resultados dados a la perspectiva) de las relaciones estructurales. Razón por la cual, el discurso astrológico ha sabido adaptarse a las mentalidades y a los universos culturales más variados. Ningún sistema de pensamiento ha conocido la perennidad y la ubicuidad de la astrología, este álgebra del antropo del cual la presencia se atestigua en el seno de las culturas más diversas, desde los Chinos a los Arabes, y desde los Babilonios a los Hindúes.

    La relativa permanencia de las estructuras astrológicas [19]  contrasta con la variabilidad indefinida de sus contenidos. Éstas son la fuente de los diversos modelos que la historia de la astrología justamente empieza a estudiar (desde el lento despegue de principios de este siglo). No hay "una astrología", sino que está lo humano, un pre-conocimiento –porque, está inscrita en el psiquismo de cada uno- impregnado de contenidos culturales variables y que subsiste a través de diversas formas de modelización. Existen tantos modelos de astrología como culturas en el seno de las cuales ésta se ha desarrollado, y tantas como astrólogos la han pensado con pertinencia. Contrariamente a lo que afirman Franz Boll y Carl Bezold (1917), Martin Nilsson (1943), Otto Neugebauer (1957) o incluso Wilhelm Gundel (1966), la astrología no es una creación de los Griegos alejandrinos. [20]  Ésta emergió de las prácticas adivinatorias y de la literatura ominal (de los presagios) akkadianos (~2000-1500 A.C.): los Mesopotámicos tenían ya un largo pasado astrológico antes de la introducción de una astrología cíclica, zodiacal, después horoscópica en los siglos VI y V A.C. La astrología, que ha evolucionado mucho más durante su fase mesopotámica que entre Ptolomeo y Morín, no es más griega que babilonia o árabe; del mismo modo, existe una forma de astrología específica correspondiente a los datos culturales de las sociedades modernas y "post modernas" de los siglos XX y XXI.

    ¿Cuáles son las condiciones mínimas de una teoría moderna de la astrología? Ciertamente, algo más que vagos presupuestos espiritualistas, ecos del famoso adagio hermético Lo que está abajo es como lo que está arriba, relevado por la reciente recuperación del interés por la sincronicidad junguiana. Mucho más que el acto de fe de los empiristas, según el cual esto funciona e incluso todo funciona en la astrología, a menudo en virtud de los supuestos talentos psicológicos del intérprete. Ciertamente, algo totalmente diferente a los tests bárbaros de la astro-estadística en la cual las anticuadas bases positivistas no pueden hacernos acceder a ninguna comprensión del sujeto. Una teoría moderna de la astrología, más allá de una hipotética explicación de la integración de los ritmos planetarios por la materia viviente (explicación que apunta a la física y de la biología), debe de estar en condiciones de emitir las hipótesis sobre el posible funcionamiento de estos procesos, y sobre todo, de extraer consecuencias en cuanto al modelo astrológico precognizado. El astrólogo puede no saber cómo operan las señales planetarias; sin embargo, no debe ignorar cómo éstos no pueden operar.

    Varias teorías físicas han sido recientemente propuestas. El químico italiano Giorgio Piccardi (1962) ha intentado mostrar la integración orgánica de los ritmos cósmicos a nivel de la molécula del agua, el cual sería el medio de recepción del magnetismo terrestre. [21]  El astrólogo Frank McGillion (1980) ha sostenido la idea de una integración de los ritmos planetarios por la glándula pineal a partir del tercer mes de gestación. [22]  El biólogo Rupert Sheldrake (1981, 1988 y 1991) ha defendido el principio de causalidad formativa y ha admitido la existencia de un campo morfogenético propio a cada organismo, y una cierta memoria acumulativa intrínseca que se organiza a través de la repetición (teoría que no se refiere explícitamente a la astrología). [23]  El biólogo Étienne Guillé (1983, 1989 y 1990) ha analizado la actividad rítmica de las células y ha demostrado la existencia de tipos vibratorios específicos ligados a los ciclos planetarios e integrados a nivel de la molécula de A.D.N. [24]  El astrónomo Percy Seymour (1986, 1988 y 1992) ha imaginado un proceso de sensibilización del sistema nervioso fetal por la resonancia del campo geomagnético, sistema de interacciones en el que participarían las fuerzas gravitacionales planetarias. [25] 

    Estas teorías son rechazadas en bloque por el astro-estadista Geoffrey Dean bajo el pretexto de que éstas no satisfacen a ciertas prácticas dudosas de la astrología: "Pero en principio todas las teorías físicas fracasan, porque no es posible que puedan aplicarse cuando el sujeto analizado es una empresa, un país o una pregunta. Las fuerzas físicas no pueden actuar sobre esta materia." [26]  Ahora bien, no es el fracaso de la teoría lo que está puesto en cuestión, sino una ausencia de reflexión sobre los modelos. Dean y sus colaboradores temen la astrología y sus prácticas en su conjunto, sin preguntarse sobre la coexistencia de diferentes modelos, ayer y hoy, en el seno de una misma cultura astrológica. Ya que, precisamente, toda teoría física coherente de la astrología permitiría eliminar un cierto número de apéndices discutibles de esta disciplina. A saber, los horóscopos de los países, los de objetos inanimados, la práctica de progresiones y de direcciones...

    Esta "crítica" autoriza a la interpretación perezosa, a la que se supone que derriba el adagio hermético. As below, as above: no serían las incidencias astrales quienes conducirían al espíritu a una concepción astrológica y antropomórfica [27]  de las culturas y de los hombres, sino que serían éstos últimos quienes proyectarían "en el cielo" su complexión y su organización socio-cultural. Además que esta tesis, particularmente afectada por la anti-astrología de orientación socio-etnológica, no ha recibido ningún comienzo de confirmación histórica, invierte una posición espiritualista de la astrología que, en ella misma, parece insostenible.

    La estructura de un campo se define según Deleuze, como una "virtualidad de coexistencia que preexiste a los seres, a los objetos y a las obras de este campo." [28]  La simbolización astrológica no se organiza a partir de contenidos discordantes y contingentes: ésta, está pre-organizada por referencias incidentes que predisponen a los símbolos a tomar su lugar en el seno de un complejo de relaciones obligadas. Los contenidos, ellos mismos, variables y contingentes, se diferencian no por su cualidad propia, sino por la función que éstos ocupan en el seno del modelo. Así, los Modelos son siempre más o menos aleatorios. Las estructuras permiten una prospección de lo desconocido a partir de la articulación de lo conocido, y estabilizado por el modelo (de ahí el poder de anticipación de la astrología). Las Estructuras que están en la fuente del modelo, son el resultado de una visión de la Matriz, la cual es a la vez el conjunto de las estructuras (o mejor la estructura misma declinada según uno u otro de los cuatro modos condicionales de aprehensión de lo real), y el modelo arquetípico de la psique, es decir, el fondo potencial, susceptible de engendrar las variaciones en el establecimiento de las estructuras. La Matriz astral no proviene del razonamiento o de la experimentación, sino que surge del fondo como una filigrana, se desvela y se dibuja, en función del estado de comprensión de la consciencia que lo aprehende.


6. Matriz Astral y Razón Matricial

"Nada de novela de la época,
de construcción temporal sintética;
no, el conflicto de Aquiles con su época.
¡Nada de Síntesis, sino una "distribución",
gracias a él!" (Robert Musil)
 

    El astro es in-signo, es decir, signo interior, impresional. La astrología no surge ni de una lógica de la causa física, ni de una lógica del signo psico-mental, sino de una lógica matricial, de una lógica de las formas y de las distribuciones resultantes de los estados psíquico-astrales, de los cuales los operadores simbólicos no son más que el útil de expresión. La interpretación por medio de la sincronicidad, concepto forjado por Jung para designar las "coincidencias significativas" entre el estado psíquico del observador y la manifestación de acontecimientos exteriores [29]  , no es más válida que la explicación por la causalidad energética. Plotin, quien Firmicus Maternus consideró como un adversario de la astrología, desarrolla esta concepción del astro-signo: "El movimiento de los astros anuncia los acontecimientos futuros, pero (...) no los produce". [30]  Las nociones de astro-causa y de astro-signo presuponen la separación de estos dos campos ligados: el celeste y el terrestre-humano. En el primer caso habría influencia, en el segundo coincidencia, ésta última siendo, por cierto, difícilmente imaginable sin una cierta eficiencia de la primera. En los dos casos, el astro (o el planeta) se define como exterior al organismo, en los dos casos éste es la marca de un acontecer, de un factual. Estas nociones autorizan a una práctica adivinatoria de la astrología que la desacredita en su conjunto, tanto es esto cierto como que, después de dos milenios, la astrología, por sí misma, no ha predicho estrictamente ningún acontecimiento político o cultural mayor. Peor aún: estos milenios no dan cuenta más que superficialmente de la realidad de los signos zodiacales y de las casas astrológicas, y además conducirían a Kepler, prisionero de la alternativa, a "tirar por la ventana" casas y signos.

    El siglo XIV europeo conoció, simultáneamente a la proliferación de guerras, epidemias y hambrunas, un verdadero desarrollo de la predicción astrológica. Está generalmente admitido –no solamente entre los astrólogos- al final del siglo, así pues después del golpe, que la conjunción de 1345 había sido la causa de la Gran Peste de 1348. La predicción, individual o colectiva, quedó como la Circe de los astrólogos contemporáneos, a los cuales sabemos incapaces de haber previsto la Segunda Guerra Mundial [31]  , a pesar de sus señales anunciadoras, como las de Argelia, las de Indochina o las del Golfo. Incluso los científicos John Gribbin y Stephen Plagemann creyeron en la llegada de un terremoto devastador en California según la teoría astrológica del alineamiento planetario de 1982. [32]  Analizaron su fracaso en una obra aparecida al año siguiente. Y "curiosamente", dos de las más célebres predicciones astrológicas de la historia, por lo menos bajo la forma en la que son generalmente relatadas, son falsas. Pierre d’Ailly no predijo jamás la llegada de la revolución francesa, ni Johannes Stoeffler el diluvio universal o el fin del mundo para 1524. [33] 

    La astrología matricial difiere por naturaleza de las prácticas adivinatorias: no tiene el mismo propósito cognitivo y no pone en juego las mismas disposiciones psico-mentales. No es más conjetural –algo que sostienen muchos de sus practicantes- que adivinatoria, como afirman sus adversarios con Pico. Ésta muestra una realidad continuamente presente y familiar para la conciencia, y no da a prever una realidad que le sería exterior. No es astromántica: sino que se queda ligada al logos matricial, sin añadir el nomos experimental de la astronomía, ni la manteia augural de las prácticas adivinatorias, incluso si la astrología mantiene ciertas relaciones con todos éstos. [34] 

    Jung insistió en el hecho de que el principio de sincronicidad no explica nada, sino que permite solamente rendir cuenta de la manifestación de las coincidencias significativas. Además, excluyó que se pudiera aplicar a la realidad astrológica: "Aunque no sepamos en absoluto en qué reposa exactamente la validez de un horóscopo de nacimiento, no es poco pensable que una relación de naturaleza causal pudiera existir entre los aspectos planetarios y las disposiciones psicofisiológicas. Por consecuencia, haremos bien en considerar los resultados obtenidos de la teoría astrológica como fenómenos que conciernen no a la sincronicidad, sino eventualmente a la causalidad. Efectivamente en todo aquello donde razonablemente podemos considerar la existencia de una causa, la sincronicidad se vuelve un asunto en extremo dudoso." [35]  La idea de conexión acausal entre diversos acontecimientos, nace en las experiencias de Joseph Rhine sobre la telepatía y la percepción extrasensorial. Los resultados de la experiencia estadística de Jung sobre las parejas casadas, deben ser interpretados según él por el azar y por las intenciones inconscientes del experimentador. [36]  El resultado estadístico, "querido" por el operador emocionalmente atento, sería en parte una proyección imaginaria de su inconsciente. Lo que descalifica de entrada la aplicación de las estadísticas a la astrología: "La verificación estadística de las ‘verdades’ astrológicas es discutible e incluso improbable. (...) Su utilización supersticiosa (ya se trate de la predicción del futuro o del establecimiento de ciertos hechos a través de las posibilidades psicológicas) es falaz". [37] 

    La sincronicidad no es un modelo de comprensión de la astrología: no es más que una interpretación de la constatación de que dos acontecimientos aparecen simultáneamente en la consciencia, sin que sepamos por qué: ¡Me he afeitado esta mañana en el mismo momento en el que mi gata arañaba el espejo! Nada que ver con nada cíclico. La sincronicidad concierne a dos acontecimientos sincrónicos que yo relaciono y que yo interpreto en tanto que acontecimientos. Tomemos otro ejemplo: Me he enamorado de Elena en el momento en el que Venus transitaba sobre mi Sol natal. La posición de Venus y su proyección sobre la eclíptica en el tránsito de mi Sol natal, no es un acontecimiento, un hecho de la experiencia, sino un cálculo, una constatación astronómica, y también es el resultado de una teoría astrológica. La proposición según la cual yo me he enamorado de Elena, en ese momento, no es ya un acontecimiento: es un estado, un suceso interior. No hay sincronicidad porque no hay un acontecimiento exterior, porque yo no conozco la posición de Venus más que después de haberla calculado, y porque mi proposición no corresponde a una constatación empírica, sino al resultado de un cálculo y de una teoría.

    La inutilidad de la noción de sincronicidad junguiana para la astrología vuelve irrisoria la precipitación de numerosos astrólogos contemporáneos a izarla como bandera y panacea de una justificación de la realidad astral. Algunos de ellos llegan incluso a creer que podría justificar el momento de la consulta. Tal y como es definida por Jung, se aplicaría más al I Ching y a la astrología llamada "horaria" que a la astrología natal. Ahora bien, Jung, probablemente por ignorancia, no hace alusión en sus escritos a la práctica de preguntas. [38] 

    La astrología atañe totalmente a otro paradigma distinto de la hermenéutica o de la física. Las nociones de coincidencia de hechos significativos y de influencia de fuerzas físicas [39]  no son adecuadas para ella. No hay "influencia externa", sino incidencia formativa interna, es decir, organización de efectos estructurales que siguen a la impregnación del sistema nervioso por los ciclos planetarios. [40]  Lo astral no influye sobre lo físico: éste solicita y elabora lo psíquico. Lo que invalida el argumento de Augustin, retomado por Pico de la Mirandola, según el cual el astrólogo es incapaz de prever el sexo de una persona según su tema natal. La impresión psíquico-astral no es la marca física de las "influencias", sino un estado interior fugitivo. No hay una huella del tema natal en el momento del nacimiento, sino una integración condicional y ocasional (en el sentido de Malebranche) de formas endopsíquicas diferenciadas que se actualizan por su repetición y su frecuencia. La incidencia astral necesita de una aproximación sistémica y rítmica.

    ¿Qué ocurre con la naturaleza de la astrología? No es una ciencia, ya que no está sometida al principio de verificación; sus modelos no son "falsificables" [41]  , aunque lo son más que los enunciados de la literatura popperiana. No es una religión, ya que no sostiene ningún dogma revelado, ni ninguna creencia particular, y no requiere ni clero, ni templo, ni ritual. No es una filosofía, ya que relativiza el valor de una racionalidad donde el criterio último de certitud es la evidencia. Pero es a la vez un cierto tipo de ciencia, de religión y de filosofía, es decir, una concepción de lo real que requiere técnicas de localización que toman de la astronomía, y que supone la convicción de la resonancia y de la repercusión de los ritmos del entorno geo-solar sobre el psiquismo. Es una forma específica de racionalidad admitiendo como condición previa la diferenciación estructural de una matriz arquetípica. No depende ni de la razón experimental, ni de la fe, ni de la razón discursiva, sino de la razón matricial.

(Parecería que la astrología aparece como una religión, que se manifiesta en tanto que metapsíquica, que sea una ciencia crítica en su esencia, una "quasi-ciencia". Es en razón de su triple naturaleza [42]  y porque ha sido percibida, a nivel del conocimiento, como una rival de la filosofía, del cristianismo y de la ciencia, que ha sido sucesivamente combatida por el escepticismo griego, por los Padres de la Iglesia, y por el racionalismo moderno. En efecto, el estatus epistemológico de la astrología ha variado según la óptica de sus oponentes. Por los escépticos Carnéade y Sextus Empiricus, es combatida en el seno de una crítica general del conocimiento y de la ciencia, mientras que los apologistas cristianos Tatien y Tertullien la abominan junto con la filosofía y el paganismo politeísta griegos. En el nacimiento del racionalismo anti-astrológico moderno, representado en Francia por el filósofo mecanicista Pierre Gassendi, por los jesuitas Jacques de Billy y Jean François, por el gasendista François Bernier, por el historiador Jean-Baptiste Thiers, por el escéptico Pierre Bayle, y también por el abad Laurent Bordelon, la astrología está unida al terreno de lo irracional y de la superstición. [43]  Es con la llegada del monismo mecanicista cuando se elabora la noción moderna de razón, conglomerado ideológico en el que participan la ciencia naciente, la filosofía materialista y la religión cristiana, y que se ha perpetuado hasta la exégesis histórica contemporánea. [44]  La condena sin proceso de la astrología se reproduce naturalmente, y conjuntamente a la decadencia de la metafísica y de la espiritualidad, bajo las "Luces" racionalistas, por el oscurantismo positivista, y después en la monotonía del pensamiento único del siglo XX. En el espacio de cuatro siglos, la percepción de la astrología cambia de estatus a medida de las transformaciones del consenso y de los imperativos ideológicos: no ya error, sino ilusión en el siglo XVIII, idiotez en el XIX, absurdidad en el XX.)

    El juicio matricial difiere del juicio sintético de Kant por su exigencia de reparto, según el número y según datos calculados, y por su objetivación de lo real en el que se produce el orden inmanente, incluso si este orden atañe a la estructuración del psiquismo humano. No es racional, sino meta-racional, es decir, que supone no una adecuación entre los conceptos y los objetos de la experiencia sensible, sino una coherencia, expresada en términos simbólicos, de la experiencia interior-exterior de lo real.

    La ecualidad [*]  del juicio matricial, es decir, el modo de objetividad de la distribución cualitativa, difiere del modo de objetivación científico: el enfoque experimental descompone lo real y reúne los fenómenos según criterios cuantitativos; el enfoque matricial los distribuye según criterios cualitativos. John West y Jan Toonder apuntan que sólo aquellos "que no han construido una catedral, ejecutado una danza derviche, o meditado solamente media hora, niegan la posibilidad de tal eficacia cualitativa". [45]  Las distribuciones no provienen de una reflexión de tipo filosófico sobre ideas, ni de una experiencia de tipo científico sobre objetos definidos en los que se observan las variaciones, sino directamente del espíritu. Éstas aparecen en la conciencia a consecuencia de la inervación continua y de la estructuración del psiquismo por las impresiones astrales.

    El filósofo y pedagogo checo Jan Komensky (1592-1670), latinizado bajo el nombre de Comenius, elaboró un concepto metodológico de descripción de lo real, que presenta afinidades con la observación abstractiva de Peirce y con mi concepto de pensamiento matricial. Por lo que él llama la syncrise, una suerte de proceso global de análisis de lo real, se hace posible conocer lo real inaccesible por aquello que es accesible, siempre que en su raíz se puedan distinguir los mismos "arquetipos". El método sintético y crítico opone la tendencia al parcelamiento del saber y a la especialización excesiva. Pasa lo mismo con el pensamiento matricial, el cual ordena la multiplicidad en reagrupamientos provisionales. La función de distribución prevalece sobre la representación actual y contingente que está hecha del objeto. Los arquetipos son las referencias o los polos del proceso de reparto o distribución. No está en la naturaleza del pensamiento matricial el producir una taxonomia en forma de catálogo, de inventario, o de clasificación, sino el mantener la exigencia de distribución bajo sus modalidades sincrónicas y diacrónicas. No se refiere solamente al estado actual de la realidad aprehendida, sino también a la operación de procesión de esta realidad. Así, sus divisiones se enraizan en la doble dimensión, presente e intemporal, de esta realidad.

    La razón matricial no es una suerte de cualidad oculta que detentarían exclusivamente los astrólogos. Ésta opera en el pensamiento a todos los niveles, y en los filósofos en particular: con evidencia en Pitágoras, Platón, Paracelso o Kepler, pero también en Demócrito (criterios de diferenciación de los átomos), Hipócrates (teoría de los humores), Aristóteles (teoría de las causas del movimiento), Damascius (teoría de la unidad), Raymundo Lulio (combinatoria teológica), Nicolás de Cues (teoría de los diez campos de la sabiduría), Campanella, Descartes (reglas del método), Leibniz (característica universal), Kant (teoría de las categorías), Hegel, Fourier... Desde el momento en el que el pensamiento no procede del sólo razonamiento discursivo sino que hace una llamada a sus recursos más profundos, y que aparecen distinciones significativas en las que la procedencia no es revelada en la lógica del discurso, funciona en el modo matricial. Dicho de otra manera, estas distinciones provienen de una distribución arquetípica (por 3, por 4, por 8, por 10, por 12...) de naturaleza psíquico-astral, la cual condiciona el juicio matricial.

    La matriz astral está estructurada primero en cuatro, y es estructurante para el psiquismo y, por tanto, para el conjunto de producciones psico-mentales y socio-culturales. En Mesopotamia, la astrología tenía una función más colectiva que individual. Hoy, está reducida a una suerte de terapia individual a partir de temas natales. A las ciencias llamadas "humanas" les conciernen los ciclos planetarios y el enfoque astrológico: se pueden concebir las modalidades de una historia astral, de una geografía astral, de una psicología astral, de una sociología astral... [46]  Los operadores astrales modulan y estructuran el mundo del hombre, y son los guardianes de los límites del saber antropológico. La lógica matricial requiere precisamente de una organización del lenguaje del saber, una redistribución de las representaciones mentales, sociales y culturales, y a continuación, una reevaluación de los conceptos habitualmente utilizados en un sentido unilateral o bajo relaciones dualistas.

    Todo campo de investigación, toda problemática conceptual o toda actividad del espíritu concierne a un arquetipo cuaternario, ya que se relaciona con el psiquismo humano. La astrología es el estudio de las consecuencias de la estructuración cuaternaria del psiquismo, es decir, de la cuadripartición de lo real por el espíritu. Cuatro perspectivas irreductibles de la consciencia, que la incidencia astral distribuye en cada una en proporciones específicas, preexisten a toda confrontación de lo real. La aprehensión de las cuatro perspectivas es para Carlos Castaneda (1925-1998), lector del Bardo Thödol, una cuestión de ecuanimidad: "Ser un nagual implica que no se tenga ningún punto de vista a defender". [47]  Paracelso insistió en la estructura arquetípica cuaternaria de la consciencia: la división cuaternaria del "macantropos" (el hombre primordial), de naturaleza psíquico-astral, está en el origen de toda cuadripartición de orden socio-cultural. [48]  Tras Parménides y Anaxágoras, el pensamiento greco-europeo tiene tendencia a razonar por exclusión: muchos errores provienen de una prisa por unificar la multiplicidad por medio de la colocación en su lugar de dualidades artificiales. [49]  En contra de las problemáticas dualistas, el razonamiento matricial consiste en preguntarse a priori por la legitimidad, por las entidades aprehendidas, en comparecer en un mismo campo de aplicación.

    El logos matricial es de naturaleza pitagórica. Concierne a una metafísica de la Tétrada y pre-supone la co-presencia de cuatro formas arquetípicas que pilotan el mundo y orientan el pensamiento. La especificidad y la fuerza de la astro-filosofía, es la neutralidad: no privilegiar una posición particular del espíritu y mantenerse a igual distancia de las cuatro perspectivas cardinales, de las doce perspectivas zodiacales, de las diez perspectivas planetarias... Más precisamente aún, la equidad es la actitud mental que consiste, quedando neutro frente a las cuatro cualidades del espíritu humano, en concebir la quadriversidad de los puntos de vista. Así, las cuatro tonalidades psíquicas, o voces interiores, se convierten en cuatro direcciones, o vías conceptuales. Y el centro permanece velado, invisible. Desde este momento, el discurso matricial aparece en su dimensión crítica como susceptible de subrayar, no los errores, sino las insuficiencias y la uni-vocidad de éste o aquel discurso o sistema cognitivo, y por tanto, de juzgar (y por ello primero el discurso matricial es judiciario), no aquello que es dicho o pensado, sino lo que falta ser dicho o pensado.




[1]  Esta distinción se inspira en Wilhelm Dithley, en Charles Peirce y en Jürgen Habermas, para quien la tercera categoría, las "ciencias de vocación crítica", comprende esencialmente el psicoanálisis freudiano y la sociología neo-marsixta. (cf. La technique et la science comme "idéologie", trad. fr., Paris, Gallimard, 1973, p.145-150). Sin embargo, sólo la astrología igualitaria y "judiciaria" posee la capacidad crítica de rendir cuentas diferencialmente de las idiosincrasias y de las mentalidades. « Texto

[2]  Martin Heidegger, Essais et conférences, trad. fr., Paris, Gallimard, 1958, p.62. « Texto

[3]  "Las leyes naturales que, en la teoría de los quantum, formulamos matemáticamente, no conciernen ya a las partículas elementales propiamente dichas, sino al conocimiento que tenemos de ellas." (Werner Heisenberg, in La nature dans la physique contemporaine, tr de l'all, Gallimard 1962, p.18). Cf. aussi Physique et philosophie, trad. fr., Paris, Albin Michel, 1971. « Texto

[4]  in La formation de l'esprit scientifique, Paris, Vrin, 1938; 1983. « Texto

[5]  in Cours de linguistique générale, 1916; Paris, Payot, 1967. « Texto

[6]  in Cahiers, "Psychologie", Judith Robinson (éd.), Paris, Gallimard, 1973, vol. 1, p.1067. « Texto

[7]  in Écrits sur le signe, Gérard Deledalle (éd.-tr.), Paris, Le Seuil, 1978, p.121. « Texto

[8]  in Le monde de l'esprit, trad. fr., Paris, Aubier, 1947, vol. 1, p.150. « Texto

[9]  El "lenguaje genético" (resultante de la organización de la molécula de A.D.N.) no es uno sólo, ya que no sale de la operación creadora que el intelecto pone en marcha para transmitir un contenido cognitivo. « Texto

[10]  Daniel Verney, Fondements et avenir de l'astrologie, Paris, Fayard, 1974, p.284. « Texto

[11]  El especialista actual de las investigaciones astro-cosmobiológicas es Theodor Landscheidt (cf. por ejemplo Sun-Earth-Man : A mesh of cosmic oscillations, London, Urania Trust, 1989). « Texto

[12]  Nosotros pensamos, nosotros los astrólogos, que es entre los científicos, especialmente entre los físicos de las partículas y los teóricos de los grafos, y no en los profesores de filosofía, donde se ocultan los verdaderos metafísicos de este siglo. « Texto

[13]  in La communication, Paris, Minuit, 1968, p.32. « Texto

[14]  Jakob von Uexküll, Mondes animaux et monde humain, 1934; trad. fr., Paris, Denoël, 1956. « Texto

[15]  Cf. Marcel Mauss, "De quelques formes primitives de classification" in Année Sociologique, 1903; Oeuvres, Paris, Minuit, 1968-1969, 3 vol., y sobre todo Émile Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse, 1912; Paris, P.U.F., 1968. « Texto

[16]  Émile Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse, 1912; Paris, P.U.F., 1968, p.628. « Texto

[17]  Es por lo que la teoría astrológica de las Matrices parece ser la clave de bóveda de todo edificio. « Texto

[18]  La tesis según la cual la Naturaleza, el Universo-Dios, y más específicamente los astros, están en el origen de los más antiguos cultos, mitologías y religiones, ha sido sostenida por el historiador Scorpion Charles-François Dupuis (1742-1809) en su Origine de tous les cultes, ou Religion universelle (3 vol., Paris, H. Agasse, an III [1794]) : "La opinión que han compartido todos los pueblos, que la causa de todo lo que ocurre nace y crece aquí-abajo, está en los astros." (vol. 1, p.83). Cf. la misma obra para la relación entre los 12 trabajos de Hércules y los signos zodiacales. « Texto

[19]  Existen importantes variaciones que conciernen a las estructuras en el seno mismo de una misma "cultura astrológica", especialmente en lo que concierne al Dominion, el Planetario y la Cíclada. Por otro lado, se ha sostenido que los Chinos, los Egipcios, los Hebreos (cf. les 10 Sephiroth du Sepher Yetsira) y los gnósticos valentinianos, tenían un conocimiento esotérico de los planetas transaturninos. El Brhatsamhitâ hindú (en el § 68) enumera diez complexiones: las de los 5 elementos ligados a los 5 planetas, las del Sol y la Luna, las de Vishnu, de Indra y de Yama (cf. Louis Renou, Anthologie sanskrite, Paris, Payot, 1947, p.363). « Texto

[20]  Cf. por ejemplo Wilhelm Gundel : "La astrología sabia (...) es un niño del helenismo." (in Astrologumena, Wiesbaden, Franz Steiner, 1966, p.1). « Texto

[21]  in The chemical basis of medical climatology, Springfield (Illinois), Thomas, 1962. « Texto

[22]  in The opening eye, London, Coventure, 1980. « Texto

[23]  Cf. por ejemplo La mémoire de l'univers, London, 1988; trad. fr., Monaco, Le Rocher, 1988. « Texto

[24]  Cf. por ejemplo L'alchimie de la vie et Le langage vibratoire de la vie, Monaco, Le Rocher 1983 et 1990. « Texto

[25]  Cf. por ejemplo Astrology: The evidence of science, 1988; éd. rev., London, Arkana, 1990. « Texto

[26]  Geoffrey Dean / Peter Loptson / Ivan Kelly, "Theories of astrology" in Correlation 15.1, 1996, p.24. « Texto

[27]  La astrología es antropomórfica en el verdadero sentido de la palabra. Lo es sin tener que enrojecerse, a pesar de las invectivas pueriles de ciertos de sus detractores, inconscientes por otra parte del carácter subjetivista de anchos paños del pensamiento científico. « Texto

[28]  Gilles Deleuze, "A quoi reconnaît-on le structuralisme ?" in François Châtelet (dir.), Histoire de la philosophie, Hachette, 1973, vol. 8, p.313. « Texto

[29]  Cf. Carl Gustav Jung, Synchronicité et paracelsica, trad. fr., Paris, Albin Michel, 1988, p.43, p.47, p.271... « Texto

[30]  in Énnéades, II 3.1, trad. fr., Paris, Belles Lettres, 1964, p.28. « Texto

[31]  El pobre Léon Lasson, en 1937, anunció "quince años de Paz en Europa" (in Astrologie mondiale, Bruxelles, Revue Demain, p.161). « Texto

[32]  in The Jupiter effect, London, Macmillan, 1974, p.115. « Texto

[33]  Thorndike ha demostrado lo que a Johannes Stoeffler (1452-1531) se le atribuyó como equivocado - y continúa siéndolo - el anuncio de un diluvio universal para 1524 según su Almanach nova plurimis annis venturis inservientia [Ulm, 1499] (in A history of magic and experimental science, New York, Columbia University Press, 1941, vol. 5, p.181; cf. El texto citado y su traducción en texto en Pierre Brind'Amour, Nostradamus astrophile, Ottawa, Presses de l'Université, & Paris, Klincksieck, 1993, p.203). En un opúsculo publicado en Tübingen en 1523, el astrólogo de Justingen deniega haber predicho jamás un diluvio, o fomentar la astrología supersticiosa de las predicciones sensacionalistas. La "querella de la conjunción de 1524" (Marte, Júpiter y Saturno a 9-10º en Piscis) alimentó, sobre todo a partir de 1520, una literatura pletórica (censada por Gustav Hellmann in Beiträge zur Geschichte der Meteorologie, Berlin, Behrend, 1914, vola. 1, p.25-67). En cuanto a la famosa predicción de Petrus Alliacus (1350-1420) para 1789, ésta permanece extremadamente vaga en su formulación: "Habrá numerosas conmociones y mutaciones notables en el mundo, principalmente en lo que concierne a las leyes y las sectas religiosas". (in Concordantia astronomie cum hystorica narratione (1414), Augsburg 1490, chap. 60; cité in Laura Smoller, History, prophecy, and the stars, Princeton (New Jersey), Princeton University Press, 1994, p.194). Ésta resulta de una aplicación de las teorías cíclicas de Albumasar, en particular la del gran ciclo saturnino de 300 años (el cual ya casi no es utilizado hoy), igual a 10 revoluciones siderales, y no anuncia específicamente la "revolución francesa" sino la venida del anticristo (cf. Laura Smoller, Ibid., p.105-106), incluso si podemos objetar que se trata de lo mismo. « Texto

[34]  Lo que no prohibe a auténticos videntes y visionarios de predecir el futuro tomando como soporte la astrología. Pensemos en Nostradamus quien la utiliza durante un siglo en la que ésta era floreciente. « Texto

[35]  in Synchronicité et Paracelsica, trad. fr., Paris, Albin Michel, 1988, p.59 (cf. aussi p.272). « Texto

[36]  Por otro lado parece que los "resultados" más significativos no han sido analizados: a saber, la desproporción en la distribución de las conjunciones y las oposiciones, y los mínimos revelados por las conjunciones Sol-Sol, planeta de la identidad social . (Ibid., tableau II, p.63). « Texto

[37]  Carl Jung, in Correspondance (lettre du 15 novembre 1958), trad. fr., Paris, Albin Michel, 1996, vol. 5, p.72-73. « Texto

[38]  Esta rama de la astrología, llamada "astrología horaria", es relativa a los temas levantados, no con datos natales, sino para el momento donde la pregunta se presenta para el análisis. « Texto

[39]  Las múltiples contradicciones que resultan de estas nociones y de los modelos que éstos sobrentienden, son la alegría de los anti-astrólogos (cf. Geoffrey Dean / Peter Loptson, "Theories of astrology" in Correlation 15.1, 1996). « Texto

[40]  Raymond Abellio (in Solange de Mailly-Nesle, L'être cosmique, Paris, Flammarion, 1985, p.119) comprendió que existen tres concepciones de la astrología, así jerarquizadas: la astrología causalista o "influencial" (primaria), la astrología simbolista (intermedia), la astrología "estructuralista" (superior). « Texto

[41]  Karl Popper toma la astrología como patrón del no-cientifismo (in Conjectures et réfutations, London, Routledge, 1963; 4è éd 1972; trad. fr., Paris, Payot, 1985). « Texto

[42]  Jérôme (~347-420), el traductor de la Biblia en latín, presintió esta triple orientación cuando enuncia en su Prologus galeatus que la astrología "se afirma por el dogma, se explica por el método, se verifica por la experiencia". « Texto

[43]  Pierre Gassendi (Animadversiones, comprenant le De vanitate astrologorum, Leiden, 1649), Jacques de Billy (Le tombeau de l'astrologie judiciaire, Paris, Michel Soly, 1657), Jean François (Traite des influences celestes, Rennes, 1660), François Bernier (Abrégé de la philosophie de Mr Gassendi (seconde partie), Paris, Estienne Michallet, 1675), Jean-Baptiste Thiers (Traité des superstitions, Paris, Dezallier, 1679), Pierre Bayle (Pensées diverses sur la comète [de 1680], Rotterdam, Leers, 1682), Laurent Bordelon (De l'astrologie judiciaire, Paris, Louis Lucas & Étienne Ducastin, 1689). « Texto

[44]  Un Robert Lenoble evoca el "hiatus que existe entre la astrología y la razón religiosa y científica". (in Mersenne ou la naissance du mécanisme, Paris, Vrin, 1943; 1971, p.128). « Texto

[*]  Nota del Traductor. Ecualidad corresponde al neologismo francés "équalité", un juego que el autor realiza con las palabras "Equidad" y "Calidad". « Texto

[45]  in The case for astrology, 1970; Penguin Books 1973, p.137. « Texto

[46]  Cf. Mi tesis de doctorado: L'astrologie : Fondements, Logique et Perspectives (Paris I - Sorbonne, mars 1993, direction Françoise Bonardel, présidence du jury Gilbert Durand). « Texto

[47]  in Le feu du dedans (1984), trad. fr. Amal Naccache, Paris, Gallimard, 1985, p.47. "Los videntes ven (el hombre o la mujer nagual) como una esfera luminosa con cuatro compartimentos, como si se tratara de la condensación de cuatro bolas luminosas." (Castaneda, in La force du silence (1987), trad. fr. Amal Naccache, Paris, Gallimard, 1988, p.13). « Texto

[48]  Cf. Carl Jung, Synchronicité et Paracelsica, trad. fr., Paris, Albin Michel, 1988, p.177-180 et p.217-222. « Texto

[49]  Platón deplora que los filósofos de su tiempo no se preocuparan más del número de unidades que encierra una multiplicidad dada: "Los doctos del mundo de hoy hacen ’uno’ al tuntún, y ‘muchos’ demasiado rápida o demasiado lentamente, pasando inmediatamente del uno al infinito, mientras que los (números) intermedios se les escapan" (in Oeuvres complètes : Philèbe, tr. fr. Léon Robin, Paris, Gallimard, 1950, vol. 2, p.557-558). « Texto



Referencia de la página:
Patrice Guinard: Astrología: El Manifiesto 2/4
(version 1.1 : 02.2001)
http://cura.free.fr/esp/07aem2.html
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