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Ciclos y hombres
(Aspectos y tránsitos planetarios)
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --


Este texto comprende los capítulos 40, 41 y 42 de mi tesis doctoral (1993).
 

Los ciclos colectivos en los ritmos personales

"Yo considero la Astrología, no como un medio de base de adivinación analítica y objetiva, sino como una serie de indicaciones interiores, de los trayectos y de las modificaciones afectivas."
(Antonin Artaud, Viaje a Méjico)

     La semántica planetaria toma toda su fuerza en la comparación de dos registros aparentemente independientes: el modelo lógico del Planetario y las observaciones empíricas de los especialistas de la psicogénesis. El significado planetario se declina dos veces: en el marco teórico de una lógica de los niveles de percepción, y en el marco experimental de los estadios de la maduración psicomental.

Constataremos la equivalencia de los significados de un planeta dado, por ejemplo Venus, en cada uno de estos registros.
 

VENUS (Disociación): La unidad se desdobla; lo aparente se colorea; lo visible se torna tangible. Las imágenes dan vida al objeto deseado, el cual concuerda con el sentimiento que suscita. Lo real es un cuadro de figuras más o menos prominentes, claras u oscuras, luminosas o sombrías, límpidas u opacas. La presencia permanente del deseo implica estimaciones afectivas de aceptación o de rechazo, de placer o de displacer, de atracción o de repulsión. El vínculo es exclusivo, visceral. El venusino sólo existe por la mirada del otro, de su doble, de su complementario, tangible, ideal o imaginario. Vive con él en una complicidad confiada. Se da, ya que se sabe compartir.
Planetario, http://cura.free.fr/esp/13planet.html
EDAD VENUSIANA: La edad venusiana (hasta aprioximadamente los 7 meses y medio) corresponde al tercer estadio senso-motor de Piaget, al tercer estadio de Gesell (el del "niño de 16 semanas"), al estadio "emocional y afectivo" de Wallon (y al estadio del "espejo" de Lacan): reacciones de placer y de rechazo, descubrimiento del miedo (gritos estridentes al despertar, sobresalto ante el ruido), coordinación entre la aprehensión y la visión (el niño toca, agarra, palpa, después manipula los objetos, se chupa el pulgar), constitución de un espacio de proximidad (reconnocimiento de las personas cercanas y auto reconocimiento ante un espejo), primeras verdaderas relaciones con el entorno. Movimientos corporales, vocalizaciones, sonrisas y risas que se multiplican y se diferencian, ya que están destinados a "alguien".
Edades planetarias, http://cura.free.fr/esp/29ciclos.html

     Las edades planetarias no encuentran tanto su fundamento en la teoría psico-genética como el zodíaco en la reflexología. La astrología, "algébra de la vida" psíquica, como lo vió Rudhyar, es el lenguaje ideal que permite a estas investigaciones empíricas articularse y tener su sentido.

    Distingamos la osamenta, o el ciclo ideal de la especie, de los ciclos generacionales ligados a las codiciones espacio-temporales de una colectividad cultural (fuente de la astrología mundial e histórica), y de sus variaciones y actualizaciones particulares e individualizadas.

     Las mentalidades colectivas se transforman en resonancia con los ciclos de los planetas lentos, y engendran representaciones mentales asociadas a los estados psíquicos inducidos por sus ciclos. El tiempo de una colectividad es el de una subjetividad compartida, ya que el conjunto de los individuos vive simultáneamente las mismas fases de un ciclo dado. Impresionales comparables son, al mismo tiempo, registrados por todos.

     Neptuno, por ejemplo, permanece alrededor de 14 años en un signo zodiacal, y esta persistencia marca a toda una "generación". Un ejemplo edificante es el de las personas nacidas entre 1942 y 1956, con Neptuno en Libra, su signo de "domicilio" (cf. la continuación de mi tesis): estas personas han vivido en la adolescencia toda la paleta de los valores neptunianos (hippies, peace and love, drogas y estados alterados de conciencia, búsqueda de lo incognoscible, misticismo...), con los acontecimientos del final de los años 60 como exteriorización.

     En un tercer nivel de diferenciación, estos mismos ciclos son particularizados siguiendo el grado de madurez psíquica de cada uno, su temperamento y su situación existencial. Dicho de otro modo, cada individuo tiene sus ritmos propios, modulación de los ritmos de una colectividad, ellos mismos modulando los ritmos de la especie. Cada uno recrea para sí mismo el conjunto de los ritmos colectivos. La participación de lo astral, en apariencia tan lejano, le lleva a sí mismo, paradójicamente, manteniéndole a distancia de su comunidad. Cada uno es este ser particular, este "único momento de la humanidad", predestinado a una actividad propia (Paracelso). Cada uno tiene su juego que dirigir, su Yo que cumplir, del que es a la vez el inventor, el jugador y el árbitro. Y este deber personal de cumplimiento es también el mejor garante del equilibrio de la colectividad, así como de la perpetuación de la especie.

     Sea el que fuere el nivel considerado, el de la especie, el de la comunidad, o el del individuo, los mismos ciclos planetarios son activos y operadores. Interesan tanto a la psicogénesis, como a la historia de las mentalidades y a la astro-historia, a la ética y la existencialidad de los individuos particulares. Los astros pilotan y condicionan las pequeñas historias, así como las historias de los pueblos y de las colectividades, de las religiones y de las civilizaciones, así como a la antropología.

     La teoría de las edades planetarias ilustra el tiempo general de la especie, e informan sobre los plazos, las duraciones, y las cualidades de las diferentes fases de la psicogénesis. La carta natal informa sobre la persona en particular, sobre las características y los valores de su tiempo propio. Así, el ciclo Venus-Urano permanece el mismo para todos, pero una opsición natal de estos planetas confiere una relación permanente y particular, reactivada en los plazos del ciclo para las personas concernidas. En cada momento particular del ciclo venusino, y sobre todo en los momentos de las cuadraturas, de las oposiciones y de las conjunciones, aparecerán las exigencias uranianas; y recíprocamente, en cada momento "cualificado" del ciclo uraniano se dejarán sentir los sentimientos venusinos. La edad venusina será orientada por objetivos personales; la edad uraniana permanecerá bañada de afectividad.

     Un planeta de la carta no está solamente en relación eventual con otros planetas, sino que "ocupa" también un signo zodiacal. Las tendencias de este signo se dejarán sentir conjuntamente con las del planeta. El signo zodiacal no es algo que existe separadamente del planeta, sino una modalidad y una fase específica del mismo. Si Saturno está en Géminis, las aspiraciones de Géminis serán determinantes en los principales plazos del ciclo saturnino, es decir, a los 7 años, a los 15 años, a los 30 años. El potencial natal sólo se enraiza progresivamente, "en el tiempo", por la frecuencia y la repetición de ciertos ritmos, de ciertas relaciones.

     No existe nunca repetición en el sentido estricto del término, ya que el contexto, en principio astral, varía incesantemente, la periodicidad astral no implica ni una recurrencia de materias y de formas idénticas, ni una repetición de lo Mismo a largo plazo, sino un retorno, a medio plazo, de impresionales más o menos semejantes. La existencia, tal y como la astrología la interpreta, acarrea siempre simultáneamente Diferencia y Repetición (Deleuze).

     La interpretación de la carta natal supone el examen de cuatro factores: el grado de fuerza y la valoración de los planetas (no teniendo todos la misma importancia de una carta a otra), sus fases de cristalización zodiacal, sus oposiciones sensoriales (en Casas), y sus relaciones interplanetarias o aspectos, que son los momentos iniciales de los ciclos relacionales. Prosigue con el análisis de los tránsitos, es decir, del desarrollo de los ciclos planetarios y de la actualización de sus plazos. En efecto, el retorno de Marte a su posición inicial cada dos años, se inscribe en un contexto diferente según esté opuesto a Mercurio, conjunto al Sol, o también, en cuadratura a Neptuno.

     La interpretación da prioridad a los tránsitos, que particularizan los plazos generales de los ciclos planetarios, ya que tienen lugar por primera vez. Los primeros tránsitos saturninos, a los siete, quince y treinta años, son mucho más importantes que los siguientes, ya que incitan a transformaciones de la conciencia que, cuando tengan lugar los pasajes posteriores, no harán más que repetirse.

     Cada transformación psíquica tiene su momento de actualización específica. Los análisis empíricos de la psicogénesis permiten aprehender las adquisiciones generales; la interpretación de la carta natal particulariza estos datos y precisa los momentos de actualización. Cada uno vive, a su ritmo, las fases generales de la especie.

     La carta natal es una suerte de instantánea de los ciclos planetarios y de su entorno, una suspensión de sus variaciones en un momento dado y en un lugar dado. Indica una problemática individual, dinámica y estructurada. No existen cartas "malas", sino cartas difíciles; sólo prevalece la comprensión más o menos adecuada de la carta en su enraizamiento existencial.

     La carta anuncia estados, aspiraciones, relaciones virtuales, y variaciones de intensidad. Informa sobre la evolución y la combinación de los impresionales, materia prima del mundo psíquico-astral. No determina lo cronológico, sino que indica las modalidades posibles de su captación subjetiva. Es un esquema que ayuda a imaginarse lo que pasa en el primer mundo, el de los "instintos" (Nietzsche) o de los "deseos" (Deleuze).

     La astrología no tiene como función el predecir el futuro, ni tampoco producir soluciones existenciales. Su modo de operar no es ni la deducción cronológica, ni la inducción psicológica, sino la abducción (Peirce) matricial, incluso si la mayor parte de los astrólogos la utilizan en vistas a un cierto dominio de la acción en el mundo social. Ya que la comprensión de las realidades interiores y de las fuerzas que animan la psique, implica una transformación de uno mismo que trasciende la actitud pragmatista que consiste en dar una representación forzada y psicologizante de estas realidades. Acontecimientos y situaciones existenciales sorprenden tanto más, cuanto hayamos dejado, por contra, desarrollarse en sí otras realidades. El mundo psíquico es indefinido y relativamente insondable, a semejanza de la realidad.

     El astrólogo practicante se contenta con explotar las aplicaciones psicológicas y a veces mecanistas de la astrología, con una tasa de éxito a menudo bastante floja, en principio porque las interpretaciones factuales y existenciales de la realidad sólo valen en el marco de fuertes presiones naturales y sociales, y esto en razón de un perfecto conocimiento de las condiciones extra-horoscópicas. La carta natal es un indicador virtual, coextensivo al nivel de la conciencia de cada uno. Lo astral es un componente mayor de lo implejo (Valéry) individual, el cual contiene el pasado afectivo y mental, y la marca de lo imaginario social y colectivo.
 

El aspecto planetario

"El horóscopo es una metáfora de la vida (...) Vuestra vida será siempre construida con los mismos materiales, los mismos ladrillos, los mismos problemas, y lo que podríais tomar en principio por una "vida nueva" aparecerá pronto como una simple variación de lo ya vivido."
(Milan Kundera, La inmortalidad)

     Los aspectos, componente esencial de las cartas natales, son vínculos inter-planetarios. Los principales aspectos están unidos a la suite de los cuatro primeros números naturales: la conjunción, se define por una separación angular de 0° o de 360° (=360 / 1), la oposición por una separación angular de 180° (360 / 2), el trígono por una separación angular de 120° (=360 / 3), y la cuadratura por una separación angular de 90° (=360 / 4).

El astrólogo Nicola sugiere establecer una tópica de los aspectos a partir de los mecanismos de transmisión sináptica, y se refiere a los trabajos de Louis Lapicque, los cuales han mostrado la existencia de umbrales temporales que ligan la duración de la excitación de una neurona a su intensidad.

     Los pretendidos "aspectos menores", sextil (60°), semicuadratura (45°), quincuncio (150°), etc..., introducidos tardíamente para paliar las insuficiencias de una astrología de supuestos fatalistas, pertenecen a la cocina de una interpretación a la que le faltan ingredientes y que se extenúa en encontrar alguna resonancia "astral" para los problemas cotidianos, práctica tanto más inconsecuente en cuanto que introduce supuestas relaciones sutiles para llegar a constataciones groseras. Por otro lado, teniendo en cuenta el orbe (o separación angular de aproximación del aspecto), a menudo importante, atribuido a los aspectos angulares, la multiplicación superficial de los aspectos con los Ángulos, suponiendo que tenga algún sentido el aspectar los Ángulos, implica que la cuasi totalidad del círculo eclíptico es aspectado por los Ángulos, además de la posibilidad de que un punto del círculo eclíptico se encuentre a la vez, por ejemplo, ¡en quincuncio y en biquintil al mismo ángulo! [1]

     Los aspectos keplerianos, el quintil de 72° (1/5), el biquintil de 144° (2/5), la sesquicuadratura de 135° (3/8), que siguen sin ser poco practicados, fueron introducidos por razones estéticas: "armonía de las esferas" y adecuación con la gama musical. [2]

     En realidad, existen dos tendencias, dos "escuelas" concurrentes, en cuanto a la determinación de los orbes y al cálculo de los aspectos de la carta: una da mayor importancia a los orbes estrechos y multiplica los factores (aspectos menores, pero también planetas hipotéticos, puntos medios, partes...) en vistas de un tratamiento de tipo predictivo y cronológico, y se apega a una precisión a mi parecer ilusoria; la otra, precogniza la utilización de orbes largos, la reducción de los factores y la búsqueda de "la dominante". Ésta da mayor importancia a la interpretación psicológica de la carta.

     Los aspectos se miden por separaciones angulares, preferentemente en separaciones reales y no en proyección eclíptica. En principio son los momentos iniciales de ciclos relacionales y se vinculan así a la ciclicidad astral. Por ejemplo, Rudhyard interpretó las fases del ciclo soli-lunar [3] , lo que no es, a pesar de la importancia de las luminarias, más que uno de los 45 ciclos relacionales posibles, teniendo en cuenta los diez operadores planetarios, comprendiendo incluso a Plutón. [4]

O bien, el período P del ciclo Júpiter/Urano, el cual se calcula a partir de las revoluciones siderales de Júpiter (11 años y 315 días) / [(84 años 7 días) - (11 años 315 días)] = 13 años 296 días, o alrededor de 14 años.

     La revolución sideral de Urano vale aproximadamente siete veces la de Júpiter. [5]  Para un intervalo de tiempo dado, Júpiter recorre una "distancia" aparente media siete veces mayor que la recorrida por Urano. Después de un tiempo 3 x T = P / 4 (alrededor de 3,5 años), Urano ha recorrido 15° y Júpiter 7 veces más, es decir, 105°. Los planetas se dice que están en cuadratura, si a T0 = 0 estuvieran en conjunción. Así:

A 3 × T, Urano (15°) y Júpiter (105°) están en cuadratura A 4 × T, Urano (20°) y Júpiter (140°) están en trígono A 6 × T, Urano (30°) y Júpiter (210°) están en oposición A 8 × T, Urano (40°) y Júpiter (280°) están en trígono A 9 × T, Urano (45°) y Júpiter (315°) están en cuadratura A 12 × T, Urano (60°) y Júpiter (420° = 60°) están en conjunción

     Los aspectos son divisiones temporales de los períodos cíclicos planetarios relacionales, y no relaciones fijas sobre el círculo eclíptico. Son los momentos sincrónicos, armónicos, de estos períodos.

     Los aspectos "consonantes" se alternan con los aspectos "disonantes". Los tres aspectos "consonantes" forman un triángulo equilateral y los tres aspectos disonantes un triángulo rectángulo (cf. esquema infra.). La conjunción y el trígono son aspectos reguladores, la oposición y la cuadratura son aspectos de ruptura. Cada uno está al comienzo de un período armónico (de espera) o dis-armónico (de tensión) [trazados respectivamente finos o gruesos sobre el esquema]. El conjunto se equilibra alrededor de un eje que pasa por la conjunción y la oposición [punteado en el esquema].


Aspectos planetarios, in Patrice Guinard, L'astrologie, TH D, 1993, p.220



 

     Los aspectos no son solamente los momentos iniciales y particularizados de los ciclos relacionales, sino que son también los momentos estructurales del ciclo zodiacal de los planetas. Es por ello que la serie cuaternaria de los aspectos en longitud (conjunción, oposición, trígono, cuadratura) se doblan en una segunda serie, igualmente cuaternaria, la de los aspectos en declinación: conjunción y oposición, pero también antiscio y contrasticio, precongnizados por los Griegos. Estos aspectos se relacionan con el Zodíaco de declinación. [6]

En conjunción, los planetas tienen sensiblemente la misma declinación, Norte o Sur, la cual varía en el mismo sentido en ese momento de su ciclo zodiacal: el aumento o la disminución de la declinación Norte o Sur de los planetas que se supone no están no retrógrados en oposición, tienen declinacioens sensiblemente iguales pero opuestas (Norte para uno, Sur para otro) y varían en el mismo sentido.

     Dos planetas en antiscio tienen declinaciones comparables, pero varían en sentido opuesto: aumento para uno de los planetas y disminución para el otro. En contrantiscio, sus declinaciones sensiblemente iguales (teniendo en cuenta el orbe admitido) pero opuestas, varían en sentido opuesto. Antiscio y contrantiscio son momentos de inversión zodiacal, respectivamente solsticial y equinoccial. De ello resulta que un planeta en antiscio en un punto dado está opuesto a un planeta en contrantiscio de ese mismo punto.

     Cada uno de estos apsectos tiene su referente de simetría: el centro zodiacal para la oposición, el eje de los solsticios para el antiscio, el eje de los equinoccios para el contrantiscio y el punto zodiacal o local para la conjunción. En el punto 10° de Aries, un planeta se dirá que está opuesto a 10° de Libra, en antiscio a 20° de Virgo y en contantiscio a 20° de Piscis, siendo las declinaciones Norte o Sur de estos planetas aproximadamente iguales en valor absoluto.

El antiscio y el contantiscio, disonante por naturaleza, rompen el ritmo de los aspectos "en longitud", y los puntos solsticiales y equinocciales así formados, situados a 180° el uno del otro, forman una barra perturbadora en el desarrollo del ciclo astral.

     Estas dos series de aspectos, "en longitud" y en declinación, los comparten en tres grupos: conjunción y oposición son aspectos dobles ya que pertenecen a las dos series; trígono y cuadratura son aspectos duales, pues cada uno aparece dos veces en cada ciclo zodiacal; antiscio y contrantiscio son aspectos simples pero disonantes. Así, cada punto móvil es aspectado, en todo momento, por ocho puntos asociados.

     Los significados admitidos generalmente son los siguientes. La conjunción marca una sinergia, una coordinación, una concordancia, una unión; la oposición un antagonismo o una tensión, susceptible de evolucionar en una relación de subordinación; el trígono marca un equilibrio, una integración, una espera, una facilidad; la cuadratura, el antiscio y el contrantiscio un conflicto susceptible de llevar a una exclusión, a un rechazo, a una ruptura.

     Sin embargo, la existencia de una relación entre dos planetas prevalece generalmente sobre el valor de esta relación. Así, una carta en la que todos los planetas están unidos entre sí, incluso por aspectos disonantes, posee una fuerza que falta en una carta con planetas aislados.

     Por otro lado, la naturaleza de los planetas en juego permite matizar la proporción de su acuerdo o de su desacuerdo. Así, dos planetas opuestos por naturaleza, por ejemplo Júpiter y Saturno, permanecen disonantes sea cual sea el aspecto que les une. Inversamente, dos planetas próximos, por ejemplo Marte y Júpiter, pueden ser considerados como consonantes, incluso en cuadratura.

Además, la fuerza o la importancia de un planeta en la economía general de la carta influye en la calidad del aspecto: un planeta valorado y consonante puede llevar al cumplimiento, a la gracia; un planeta varolado pero disonante puede ser la ocasión de creaciones originales e inspiradas, engendradas en el sufrimiento; un planeta poco valorado pero consonante implica unas facilidades muy a menudo ignoradas; un planeta poco valorado en disonancia trae la marca de una imposibilidad o de un desinterés.
 

Dinámica aspectal: los Tránsitos

"Transformar al hombre entero en un sistema vivo y móvil de soles y de planetas."
(Nietzsche, Schopenhauer educador)

     Si el aspecto planetario es el momento más importante de un ciclo relacional, el tránsito es la reactualización periódica de ese momento. El tránsito consiste en el paso de un planeta por un punto importante de la carta del nacimiento: tránsito por conjunción cuando éste ocupa el mismo grado que el punto transitado, por oposición, trígono o cuadratura cuando ocupa un grado coordinado.

     La interpretación por los tránsitos necesita de una localización de los movimientos planetarios reales, contrariamente al método fanatista de las direcciones y de las progresiones por el cual el año es "simbólicamente" equivalente al grado de eclíptica o al día solar medio. La revolución solar o retorno solar (o tránsito anual del sol sobre el punto solar natal), como todo tránsito planetario, es un tránsito por conjunción. Éste sensibiliza al signo ocupado por este planeta y los esquemas representativos inducidos por los impresionales ligados a este signo.

     En realidad, hay que imaginarse la carta natal como una figura dinámica. Los aspectos, momentos zodiacales y posiciones sectoriales de los planetas, son variables semejantes al estado del cielo, representado por la carta natal en el momento preciso de un nacimiento. Estos vectores varían incesantemente y prefiguran unos desarrollos obligados, calculables. En los tres primeros minutos que siguen al nacimiento, todos los elementos han variado. La carta natal marca el origen temporal de ciclos planetarios en perpetua dinámica. Toda posición planetaria se debe considerar como el momento de un ciclo, y todo aspecto como un tránsito inicial y como la relación entre dos momentos sincrónicos.

     Las orientaciones psíquicas individuales no son dadas en el nacimiento sino que se forman y se transforman en el transcurso de la existencia. La isomorfia entre la idiosincrasia de un individuo y las constantes de su carta natal, tiende a establecerse según la repetición y el desarrollo de los ciclos planetarios, de los cuales los tránsitos son los momentos claves. Una carta natal se analiza en el tiempo.

      El tránsito suscita, impresiona, presiona, despierta, estimula unas posibilidades; hace nacer a la conciencia. Y hay que distinguir primero los momentos existenciales plenos, con tránsitos, de los momentos vacíos, sin tránsitos. La energética de la carta natal precede a sus variaciones cualitativas.

     En los períodos de tránsitos, sentimos una presencia, un contacto, independientemente de su carácter euforizante o perturbador. Estamos habitados: emanación de la impressio a la que hay que obedecer y someterse según el imperativo de Paracelso. Estar a la escucha de uno mismo, del Ser astral, y seguir la Ley, heraclitiana, la del mundo, del universo que es nuestro universo, es seguir el ritmo de los tránsitos, es hacerse discípulo del astro. Astro es Ser, como lo hemos observado, en los momentos en los que todo vibra, se colorea, se ilumina, esos momentos de despertar y de transformación, de cuestionamiento o de florecimiento, de plenitud o de prodigalidad. Los obstáculos estimulan; las dificultades dinamizan. Todo toma sentido en este plus de vitalidad, de ardor, de fé, de entusiasmo, como los guerreros de Troya empujados, excitados y abrazados por los dioses de la Ilíada. Aprendemos, creamos, reinamos, adoramos.

     En los momentos sin tránsito, no sentimos ya nada. Zozobramos. La fuerza abandona al guerrero, la inspiración le falta al poeta y al profeta, el deseo al enamorado, el poder al mago, la comprensión al clérigo. Ya no queda más que perseguir una actividad que se ha convertido en laboriosa, manejar y conservar lo adquirido, sobrevivir. Expansión del desierto en este tiempo árido de la economía. El acontecimiento desierto de las "Puertas de la muerte" de Pierre-Jean Jouve (Moires, 1962): "cuando las paredes hacen de pantalla al sol", entonces la vida, sí, "es un lago exiguo azul sombrío e inmóvil". Duras recaídas, y absurdas, más penibles aún cuando suceden bruscamente a momentos intensos. La frecuente bajada de potencial aburre. Los dioses han retomado sus espejimos. El mago-astrólogo Próspero siente dolorosamente su decadencia:

     "Now my charms are all o'erthrown, And what strength I have 's mine own (...) Now I want Spirits to enforce, art to enchant ; And my ending is despair"[7]

     "If you cannot, thanks you have lived so long and make yourself ready (...) for the mischance of the hour, if it so hap" (La Tempête, I 1) o en la traducción de Francisco-Victor Hugo: "Si no podéis hacer nada, sed reconocedores de haber vivido tanto tiempo y preparaos para la mala suerte, si llega." Este término de mischance no indica solamente mala suerte, sino la mala adecuación de la hora o incluso la idea de una hora que no sería propicia. Entonces buscamos desesperadamente las razones de esta infortuna del momento, por ejemplo y en vano, en el gabinete de un psicólogo.

     La astrología de los tránsitos informa sobre los instantes primordiales de una existencia, sobre el grado de intensidad de la energía psíquico-astral de cada momento de esta existencia. Dicho de otro modo, informa sobre el estado de la fuerza interior, sobre el humor, sobre la moral. No sabría suponer unas realizaciones o unas concretizaciones efectivas. Además, un tránsito adquiere un significado particular sólo en función de un pasado o de una experiencia física, afectiva, mental, social y en primer lugar astral. Un tránsito es siempre un Retorno; reactualiza una tendencia potencial más que la crea, una aspiración que siempre ha estado presente, escondida.

     A continuación, el astrólogo examina la calidad de los planetas relacionados por el tránsito, siendo de alguna manera el planeta transitado "el objeto" del planeta transitante. Por ejemplo, Urano (principio de unificación, emergencia de lo único a partir de una multiplicidad, voluntad y potencial afirmativo) y Venus (principio de disociación, transformación de lo único en dual, atracción afectiva y relación con los demás). Cuando Urano transita Venus, se da la representación de una afectividad polarizada y sin reparto, orientación unilateral de los sentimientos, transformación de los afectos e imperativos ("tú eres unico, el sentido de mi vida, la única o el único que cuenta...") o también, una toma de conciencia repentina de su influencia sobre el ser amado ("tú me perteneces"). Cuando Venus transita a Urano, se da la actualización de una ambición compartida ("yo te doy lo que soy, lo que me da valor, te dedico mi existencia y mi obra") o incluso el placer de la riqueza que es en sí mismo ("amo lo que soy, en lo que me convierto").

     El astrólogo considera finalmente la duración del tránsito, la cual es el resultado de las velocidades de revolución de los planetas transitantes y de sus eventuales retrogradaciones. Técnicamente, la importancia de un tránsito depende entre otras cosas, de su novedad (actualización de las principales fases de las edades planetarias), de su naturaleza (la conjunción y la oposición prevalecen sobre el trígono o la cuadratura), la existencia o no de un aspecto, en la carta natal, entre los planetas transitante y transitado, de la naturaleza de los planetas transitados (los planetas rápidos, y en particular las luminarias, Sol y Luna, prevalecen sobre los planetas lentos), del grado de importancia de los planetas transitantes y transitados, y de la simultaneidad eventual de varios tránsitos que acumulan sus efectos.

     Se distinguen varios tipos de tránsitos: los tránsitos efímeros, de muy corta duración (algunos minutos), que tienen que ver con los Ángulos de la carta, y son el resultado de la rotación de la esfera local. Cotidianos y constitutivos, actualizan y cristalizan la impregnación de la carta en la psique. Los ritmos circadianos marcan una frecuencia cotidiana del planeta. En veinticuatro horas, el conjunto del Dominion es reactualizado por los tránsitos angulares. La Casa astral es una modulación horaria del ciclo diario de un planeta.

     Los tránsitos cortos, varían desde algunas horas para la Luna hasta algunos días para Marte, y conciernen a los planetas rápidos (Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte). Se producen frecuentemente, refuerzan y fijan las estructuras psíquicas comprometidas, y aseguran al psiquismo estabilidad, continuidad y equilibrio.

     Los tránsitos intermedios, alrededor de uno a cuatro meses, conciernen a Júpiter y Saturno. Los jupiterianos marcan una amplificación de los afectos, un sentimiento de euforia, una tendencia a la expansión; los saturninos marcan un estrechamiento, una disminución de los afectos y la tendencia a realizar un riguroso balance de uno mismo en vistas de no conservar más que lo esencial. El momento jupiteriano o saturnino tiene una duración ideal en cuanto a la cristalización del acontecimiento en la conciencia, bien sea interior o socializado.

     Los tránsitos largos, de una duración que va de los seis meses a los tres años, conciernen a los planetas trans-saturninos, Urano, Neptuno y Plutón. Ocasionales, únicos en el transcurso de una vida humana, marcan profundas transformaciones interiores y cambios de orientación en la actividad. Urano desencadena unos entusiasmos nuevos y exclusivos, Neptuno sensibiliza ante unas realidadea sutiles y armoniosas; Plutón despierta a lo indeterminado e incognoscible. Urano transfigura la conciencia, Neptuno la vida, Plutón la realidad.

     Generalmente los tránsitos efímeros y cortos estabilizan; los tránsitos intermedios y largos dinamizan. Así, la fuerte valorización de los planetas rápidos en una carta natal puede conducir al estancamiento, y la de los planetas lentos al desarraigo.

     Los ciclos planetarios regulan la presencia y la circulación de los impresionales psíquicos, y por consecuencia, las aspiraciones y el "deseo". En cuanto a los tránsitos, éstos estructuran y dinamizan la realidad psíquico-astral. Son la mejor "prueba" de la incidencia astral en la conciencia humana. Maine de Biran llevó el diario de sus humores y de las fluctuaciones de su estado orgánico y moral siguiendo varios factores: climáticos (estado del cielo, humedad, iluminación, temperatura), físicos (sueño, nutrición, digestión, ejercicio, enfermedad), sociales (placeres, desplazamientos, encuentros), morales e intelectuales (lecturas, decisiones de conducta, actividad trabajos libres u obligados)... Los análisis se deben retomar, a partir de su diario como para cada uno, comparativamente a las curbas de variación psíquico-astral.
 
 

[1]  La primera astrología americana, la de Marc Edmund Jones y Dane Rudhyar, permanece característica de esta redundancia inútil de los factores. En cuanto a los aspectos, cf. Rudhyar, La astrología de la personalidad, New York, Lucis Press, 1936; version franc., Paris, Librairie de Médicis, 1984, p.306-314, y cuadro p.310. « Texto

[2]  Cf. Johannes Kepler, Harmonices mundi (Linz, 1619); L'harmonie du monde, trad. fran. Jean Peyroux, [Bordeaux, 1979]. « Texto

[3]  Dane Rudhyar, The lunation cycle, 1967; Le cycle de la lunaison, trad. Fran. Yvonne Anex-Genoud, Monaco, Le Rocher, 1978. « Texto

[4]  Cf. mi texto El sistema solar; http://cura.free.fr/esp/12sissol.html « Texto

[5]  Cf. "Armonía de las revoluciones siderales", in El sistema solar, Op. Cit « Texto

[6]  Cf. "Les zodiaques astronomiques", in Avatars du zodiaque astrologique, http://cura.free.fr/esp/20avatar.html « Texto

[7]  "Ahora todos mis poderes han decaído, y la única fuerza que me queda, la tengo que poner en mí mismo. (...) Necesito mentes para que me alivien, artificios para estimularme, y mis últimas horas están consagradas a la desesperanza." Es el epílogo de La Tempestad de Shakespeare, in The complete works of William Shakespeare, London, Spring Books, 1958, p.20. Cf. también mi artículo, "Le testament astrologique de W. Shakespeare", in Cahiers Conditionalistes, 4, Mortagne-au-Perche, 1981.  « Texto



Referencia de la página:
Patrice Guinard: Ciclos y hombres
http://cura.free.fr/esp/29cichom.html
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