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Pensar la Astrología (Entrevista a Patrice Guinard)
por Angeles Rocamora Cortés


Nota P.G.: Esta entrevista ocurrió en Febrero 2002. Fue publicado en el número 37 de la revista Mercurio-3 (3° Trimestre 2002).
 

"El saber, por esencia, es para el hombre
el objeto de una conquista".
(Philippe Grimbert)

Doctor en filosofía, epistemólogo y astrólogo, Patrice Guinard se revela en nuestros días como una de las puntas de lanza de la astrología en la actualidad. Amante del saber, para quien los principales encuentros de la vida se realizan sobre todo con los libros o con el arte, ha sentado un magnífico precedente dedicando su tesis doctoral enteramente a la astrología.

Porque son bastantes las tesis doctorales presentadas y defendidas en distintas universidades de todo el mundo, en las que se incluye de forma más o menos directa, más o menos parcialmente, el tema de la astrología. Pero hasta hoy y hasta donde conocemos, ésta es la primera tesis que dedica todo su contenido a la astrología sin la perspectiva o el apoyo de otras ciencias o disciplinas. Eso, entre otras peculiaridades, es lo que hace distinto el trabajo de Guinard, hombre tan solitario como rebelde, de espíritu crítico, impulsivo, inquieto, que ante todo busca la coherencia con sus propias convicciones aunque, en muchas ocasiones, se rodee de polémica.
 

Patrice Guinard llega al conocimiento y descubrimiento de la astrología, tardíamente y por azar. Aquel joven, ajeno por completo al universo astrológico, se quedaría sorprendido y subyugado por esa disciplina hasta entonces para él desconocida.

En diciembre de 1977, tenía 20 años, había sido invitado por unos amigos a un fin de semana "en el campo" en el país de Van Gogh, cerca de Auvers-sur-Oise. Discutíamos mucho y apasionadamente: de política, metafísica, sociedad, libertad, ecología... Bebíamos, fumábamos, tabaco y hierba. En esta atmósfera agitada y en este estado de "consciencia incrementada", por utilizar la expresión de Castaneda, es donde descubrí la astrología. Yo no sabía nada de la astrología, e ignoraba incluso, creo, mi signo solar. Fue una joven muchacha quien me "inició" leyéndome los retratos zodiacales de un pequeño manual de moda. Tenía que admitir, comparativamente, algunas semejanzas más marcadas entre la representación que yo me hacía de mí mismo y el retrato de mi signo solar, que con no importa que otro signo zodiacal. Después, yo leía las descripciones planetarias mientras que ella realizaba mi carta natal. Ahí incluso, los dos o tres planetas que me parecían más próximos a mis aspiraciones que los otros, eran aquellos que se encontraban en los ángulos, después de que ella hubiera trazado su curioso esquema. Fui repentinamente conquistado por la astrología y por la chica. (Ríe pícaramente al recordarlo). Tras esta sorpresa, leí en algunos meses las principales obras de astrología disponibles en las librerías (Santagostini, Verney, Rudhyar, Barbault, Gauquelin, Halbronn, Nicola, Vouga, e incluso Minilius, Selva y algunos otros), y en julio de 1980 redactaba mi primer artículo de astrología para la revista "Cuadernos Condicionalistas".
 

De este primer acercamiento y posterior profundización en la astrología, en 1981 dedicó su memoria de licenciatura a la astrología, eso sí de una forma aún indirecta y sin mencionarla, titulada "Memoria y Extinción en los Ensayos", un análisis literario del estilo y un comentario filosófico de las ideas desarrolladas por Montaigne en sus Ensayos, visto bajo el ángulo de su signo solar, Piscis. Dos años más tarde, en 1983, de vuelta de una cooperación en América del Sur, y habiendo ocupado el mismo puesto que el novelista Jean-Marie Le Clézio una veintena de años antes, se inscribió en la Sorbona de París para preparar su D.E.A.

Me costaba llegar a un acuerdo sobre el tema a tratar con Jacques Bouveresse -recuerda Guinard-, ligado al Colegio de Francia: yo quería trabajar sobre los orígenes del discurso metafísico, sobre las conceptualizaciones iniciales establecidas en el momento en el que surgió un nuevo epistema en la actividad filosófica, que condujo a los filósofos a inventar nuevas distribuciones conceptuales, en los Presocráticos griegos por ejemplo o en Descartes. Este proyecto fue juzgado demasiado amplio. Tras largas discusiones, llegué a preguntarme: ¿por qué no trabajar sobre un tema, ciertamente poco ortodoxo en la universidad francesa, pero que me importaba mucho, es decir, la astrología? Fue así como, en junio de 1984 presenté mi memoria sobre "El tiempo cíclico astral", retomado casi enteramente en mi tesis de 1993.
 

Una tesis filosófica consagrada a la astrología era un tema nuevo, incluso impensable en las universidades occidentales, sobretodo las francesas, de reputación "cartesiana". Izar el discurso astrológico al nivel de las problemáticas filosóficas de manera que los filósofos pudieran eventualmente tomarla como referencia, fue el verdadero diseño de su trabajo.

Empleé tanta energía para la búsqueda de docentes cualificados para esta investigación, como para mi tesis en sí misma. Es una broma, por supuesto, pero que ilustra muy bien la situación. Mi primer proyecto de tesis, entregada en la universidad de Burdeos en 1984, retomaba la problemática de mi D.E.A. y se titulaba "El ser y el Tiempo en la Astrología" (Fundamentos lógicos y semiológicos de la astrología contemporánea)". Yo estaba en desacuerdo con mi director de tesis sobre la orientación a dar en mi investigación, y corté por lo sano: era mi tesis y mis ideas, no las de otro o las de una institución. Tras el episodio de Burdeos (ver el prólogo de mi Manifiesto), me encontraba solo y continué a trabajar en esta tesis fuera de todo cuadro académico. Fue únicamente en 1990 cuando mi tesis, en esta época redactada en sus dos tercios, encontró el acuerdo de un profesor de la Sorbona, y agradezco a Antoine Faivre (director de investigaciones de la Quinta sección de la Escuela Práctica de Altos Estudios, y que ocupa la única cátedra en Francia consagrada al estudio de las corrientes esotéricas y místicas), cuya ayuda fue decisiva, y que en cuatro fases, me ha permitido llevar mi proyecto a término.
 

Contrariamente a lo que se podría pensar y según sus propias palabras, no tiene ninguna aspiración carrierística pues de otro modo se habría contentado con trabajar sobre el pensamiento de los otros, con las ideas de los otros, más o menos reajustadas, como es el caso de la mayor parte de las tesis universitarias.

Si me hubiera sido propuesto algún un cargo académico, como algunos parecen desearlo, creo que reaccionaría como Spinoza. No hay que olvidar que la universidad ha sido siempre la rémora de las innovaciones, y que pocos filósofos en el pasado, han ocupado en ella los cargos exageradamente envidiados hoy. Se conoce el recorrido filosófico y la existencia de los cuatro principales pensadores franceses de los siglos precedentes, a saber, Montaigne, Descartes, Rousseau y Maine de Biran: todos externos a la universidad. Yo no me considero en absoluto como una víctima de la ideología cientifista anti-astrológica, ya que finalmente, he llegado a encontrar un equilibrio y una libertad que las obligaciones académicas no podrían darme. Además, tras la apertura del CURA, mantengo unas relaciones amigables con un cierto número de estos universitarios, originarios de diversos continentes, y algunos poco limitados por su cortapisa académica. En cuanto a los astrólogos, sin embargo marginados y despreciados en los medios intelectuales, reproducen generalmente en su nivel, a través de sus clubes, asociaciones y agrupaciones, los mecanismos de exclusión que estos medios establecen hacia ellos, lo que constituye una terrible amenaza para los jóvenes astrólogos.
 

Se define a sí mismo como filósofo y astrólogo a partes iguales sin que ninguna de las dos disciplinas incline los platillos de la balanza en uno u otro sentido:

Todo se puso en juego a principios de los años 80. En esta época leía mucho más a los filósofos y a los poetas que a los astrólogos, autores generalmente de una literatura muy pobre. Había en mi organización mental dos polos de igual intensidad que no llegaba a desempatar, con todos los conflictos de representación que esto implica: por un lado el pensamiento de Nietzsche que era verdaderamente la cumbre del pensamiento occidental (y el siglo XX ha demostrado, a mi entender, que esta cumbre no ha sido superada), por otro lado la astrología. Bruscamente, en un momento decisivo de la distribución de mis conexiones nerviosas, el polo nietzscheano se derrumbó: viví mi "desmoronamiento de Nietzsche" y el nacimiento de "mi filosofía".
 

Las tesis de las que el doctor Guinard tiene conocimiento están esclavizadas a una metodología externa a la astrología, resultado de disciplinas diversas: historia, psicoestadística, psicoanálisis sociología, teología, medicina... Sin embargo, como citaba anteriormente, el trabajo de Guinard tiene una doble vertiente: por un lado ha tratado de definir los conceptos propios al universo astrológico y susceptibles de legitimar intelectualmente su desarrollo; por el otro, de reconstituir un cuerpo viable por su coherencia y también por su confrontación a las exigencias de la razón moderna.

Estos conceptos (matriz, razón matricial, impresional, cuadriversidad...) parecen justificar la mayor parte de las prácticas astrológicas, pero éstas subsisten a pesar de una crítica radical a través de la argumentación que justifica el establecimiento de un modelo astrológico pasado por la criba de la razón. Cierto es, criticable en sus aspectos más restringidos, la razón moderna implica sin embargo, ciertas exigencias a nivel del discurso y de las representaciones mentales, como en el nivel de lo real físico, (semejanzas que el astrólogo tendría que tener en cuenta bajo pena de recaer en el autismo social alimentado por las pequeñas corporaciones astrológicas. Mi tesis ha tratado de establecer esta pasarela.
 

La astrología, que es un fenómeno cultural universal, estaba presente en la mayor parte de las ramas del saber hasta el siglo XVII en Europa. Y en nuestros tiempos, hay astrólogos que propugnan su ingreso en la universidad y otros que no se preocupan de su reconocimiento académico, es más, algunos incluso son partidarios de que permanezca al margen de ella. Para este filósofo y astrólogo parece inevitable que, al menos parcialmente, en un futuro la astrología ocupe un lugar académico.

Recientemente han sido establecidas algunas carreras universitarias en Gran Bretaña, en el Warburg Institute de Londres y en las universidades de Southampton, de Bath y de Kent, gracias a la suma de un millón de libras esterlinas, creo, puesta a disposición de la investigación por una rica donante británica. Se conoce también la habilitación bastante reciente obtenida por el Kepler College de Seattle en los Estados Unidos. Los estudios históricos no podrán ya pasar de ella en los decenios a venir, y la apertura de las cátedras de historia de la astrología antigua es totalmente probable. En cuanto a saber si la astrología puede reivindicar la función de una enseñanza a tiempo completo, como el psicoanálisis, eso es otra cuestión, cuya respuesta dependerá tanto de la evolución de las mentalidades en los medios académicos, como de la capacidad de los astrólogos de adaptarse.
 

Impulsor de una astrología seria y rigurosa, para este estudioso dos son los claros enemigos de la astrología que impiden que ésta evolucione y tenga reconocimiento: los cientifistas por un lado, que son enemigos declarados de la astrología; y por otro, los propios astrólogos que hacen comercio con ella pero que, en su opinión, la perjudican mucho más. La astrología, en su estado presente, tendría que ser un sacerdocio, no un negocio. Un sacerdocio para el que el astrólogo no debería ser un mero practicante sino algo más:

El astrólogo de consulta es un practicante. Hace astrología aplicada, no astrología. ¿Qué utilidad tiene el aconsejar a otros, si no posee él mismo más que una competencia a penas superior a la de sus "clientes"? Como en la metáfora del ciego que quería guiar a los paralíticos, es a la vez una ilusión y una superchería. Los astrólogos prestigiosos del pasado eran sabios, eruditos. Sin esta búsqueda del conocimiento de la astrología, tan quimérica como puede parecer en nuestras sociedades hiper especializadas, no hay astrología. El astrólogo tiene primero que confrontarse a las exigencias del pensamiento moderno y cumplir en este marco, una habilitación sea cual sea la disciplina que ha escogido. Después, o al mismo tiempo, debe estudiar la historia de los modelos astrológicos, filosofía y epistemología, astronomía y finalmente, psicología. Estas cuatro disciplinas son los pilares de su saber. Debe procurar ponerse a nivel tanto como pueda.
 

La gran mayoría de astrólogos, sobre todo los clásicos, opinan que no se puede separar la astrología de la predicción. ¿Por qué te opones de una forma tan firme a la predicción?

Sólo se predice lo cronológico, y la astrología se refiere a lo psíquico, al mundo interior. Esta inclinación por la predicción ha sido siempre el talón de Aquiles de la astrología, y lo seguirá siendo en tanto que no se libere de ella. Con la predicción, se entra en un universo empírico, extraño a la naturaleza de la astrología y que los escépticos de todas las tendencias encontrarán siempre un bonito juego para fustigarla. No existe ningún corpus de predicciones verificadas y justificadas por un método astrológico controlable, y no más ayer que hoy. Los astrólogos del pasado necesitaban persuadir a los distintos mecenas que los mantenían económicamente de las posibilidades predictivas de la astrología. Ésta última ha sido arrastrada en este juego de engaños a lo largo de siglos, y los fabricantes contemporáneos que retoman esta "tradición" no están lejos de la estafa. Yo no creo que los astrólogos del pasado, entre los más competentes, hayan estado persuadidos de la eficacia de la predicción astrológica. Vean por ejemplo a Johannes Stoeffler. Por otro lado, en esta materia encontramos una extraña paradoja: por un lado la existencia de numerosas técnicas astrológicas esclavizadas a la predicción, y algunas de ellas han sido precisamente inventadas en una época u otra para este fin, por otro lado la afirmación omnipresente en los tratados del pasado del dogma del libre albedrío, es decir, de la entera libertad del juicio humano: "El sabio domina los astros". Se trata aquí de una adaptación política del discurso astrológico a los imperativos ideológicos y teológicos. Yo me encuentro en lo opuesto de estos puntos de vista: astrológicamente, la predicción es imposible, filosóficamente es el libre albedrío el que lo es. Vean a Descartes, Spinoza, etc... ¡y Paracelso! Sin embargo, supongamos que una mente intuitiva dotada de talentos de una naturaleza totalmente distinta que los que la estricta astrología pueda procurarle, se meta en la cabeza lanzarse a la predicción y que sepa hacer la parte de los factores extra-astrológicos en lo cronológico prospectado, entonces debería atenerse a una regla de oro en uso para los antiguos astrólogos indios: abandonar sus predicciones al primer error. Imperativo al que me someto yo mismo, seguido a la única "predicción", errada, incidentalmente deslizada en una nota en mi tesis de 1993: yo había considerado un desmoronamiento económico y financiero sin precedentes para el año 1997. La "crisis asiática" no ha tenido la amplitud que yo había imaginado. Así que, -afirma tajantemente al tiempo que ríe- ¡esta actividad ha terminado para mí!
 

Tu posición frente al astrólogo que realiza cartas natales es muy clara. ¿Crees que al ciudadano de a pie no hay que hacerle llegar la astrología natalicia?

Paul Choisnard preconizaba a principios de siglo suspender la consulta. Ciertos de aquellos que la reclaman hoy, multiplican los indicadores astronómicos que sobrecargan la carta natal, lo que me parece una práctica aberrante e irresponsable. Levantar cartas natales es una cosa, psicologizarlas y venderlas, es otra. Querer "adaptar" al cliente extraviado y crédulo a una sociedad y una cultura en las que no hay ninguna reflexión crítica jamás, me parece más grave aún. En este punto, el astrólogo se convierte en el juguete, no de los astros, sino de la industria del espectáculo, ¡nada más! Por supuesto que el astrólogo debe realizar cartas natales, sobre todo en sus principios, pero no sería más que para convencerse de la realidad del hecho astrológico. Si continúa con esta práctica, faltaría aún saber cuál es el juego. Yo no me opongo a la práctica de la carta natal, sino a la sobre carga de la carta natal de una multitud de elementos que no han sido nunca cuestionados, a la psicologización de estos elementos, y a liquidarlos como en las rebajas en la consulta. Además, es evidente que estas prácticas infantilizan al público profano, lo mantienen, como en el caso del psicoanálisis, en un estado de servidumbre y de falta totalmente malsanos, y sobre todo, dan una imagen de la astrología totalmente deplorable. No hay que olvidar que la carta natal sólo es una aplicación relativamente marginal de la astrología. Hacer de ello "toda la astrología" apunta hacia la arrogancia. La medicina no se elabora en los gabinetes médicos, sino en los laboratorios. Por otro lado, los astrólogos practicantes, contrariamente a los médicos, generalmente no tienen ningún respeto por la investigación y están al acecho de algunas recetas que puedan fácilmente explotar con su clientela.
 

No a la predicción, no a la elaboración de cartas natales, no a la psicoastrología... ¿Qué debe ser, en tu opinión, la astrología y para qué debe ser utilizada?

Esa es la cuestión. Hacer astrología es razonar astrológicamente, es hacer uso de lo que yo he llamado la "razón matricial". La astrología es un modo de conocimiento, no una herramienta de ventas. En este sentido, está bastante cercana a la filosofía y la religión, una religión sin dogma ni ritual, una filosofía con impedimentos y exigencias de orden físico y que presupone otra manera de razonar que el razonamiento analítico y dualístico en uso en el pensamiento occidental. El caso del budismo filosófico es bastante próximo del de la astrología: ¿para qué sirve? La astrología permite acceder a una comprensión de lo real que resulta de una percepción "natural", inherente a la organización temporal y estructural del psiquismo humano. En este sentido, la astrología es una filosofía natural (si no una filosofía de la naturaleza), trans-cultural, meta-cultural, e incluso en un cierto sentido a-cultural, pero no sin pasado cultural. La astrología es ese retorno a las fuentes del pensamiento humano, más allá de las diversas orientaciones y condicionamientos culturales que han labrado las conciencias y las mentalidades tras algunos milenios. Yo creo que ella será el principal fermento de la filosofía de los próximos siglos.
 

¿Hacia dónde crees que evolucionará la astrología?

Difícil de decir. La astrología se encuentra en un cruce de caminos. Puede seguir la investigación a partir de las orientaciones innovadoras establecidas en el transcurso de anterior siglo, o bien adoptar los consensos impuestos por los diversos grupos de influencia y hundirse en el balbuceo común en uso y en fuerte aumento actualmente en la mayor parte de las revistas astrológicas. Yo respondería aún de otra manera a tu pregunta, Angeles: estoy convencido que la edad de oro de la astrología está ante ella, pero en razón de la naturaleza de su saber, que recoge esencialmente la ecuanimidad, el advenimiento de la astrología sólo será posible con la liberación de las conciencias de su esclavismo a las representaciones mentales y a las ideologías de no importa qué naturaleza sean. Esto verdaderamente no será para mañana, y será necesario sin duda pasar por momentos de confusión y por el desafecto de estas representaciones para que este futuro pueda precisarse. Hace ahora diez años hemos vivido el desmoronamiento de la ideología soviética, que nadie esperaba. Otras, y más sólidas en apariencia, están en vías de decadencia.
 

En tu tesis, el mundo académico, científico y astrológico reciben fuertes críticas. ¿En qué deberían cambiar cada uno de ellos?

El mundo académico tendría que tomar conciencia de que la mayor parte de las innovaciones reales en el conocimiento se han creado en el pasado fuera de él, y es una ilusión el creer que la situación ha cambiado. El mundo científico debe abandonar sus prerrogativas sobre el conocimiento en general y admitir que sólo representa un tipo de conocimiento entre otros, y que no se aplica, idealmente, más que a ciertos tipos de objetos, que, por otro lado, él mismo ha creado. La ciencia experimental es, finalmente, una invención reciente cuya consecuencia directa es la transformación de las cuatro variables de nuestro entorno: Tierra, Hombres, Objetos e Imágenes mentales. Que se haga un balance y se extraigan las conclusiones.
 

¿Qué es pensar la astrología?

Pensar la astrología es preguntarse sobre sí mismo y sobre el mundo al mismo tiempo que nos cuestionamos las representaciones astrológicas. Es también cuestionar los modelos y las concepciones astrológicas. Los discursos y prácticas astrológicas comunes son batiburrillos absurdos de ideas y de teorías diversas (las partes, las horas planetarias, los nodos lunares, las domificaciones Campanus, Plácido y otras, los cuatro elementos, las progresiones, los aspectos menores, los asteroides...) establecidas en tal momento de su historia y por tal astrólogo o tal escuela. Han sido imaginadas, a menudo por otras razones que las astrológicas, generalmente por asimilación cultural o simplemente por procesos numerológicos. Podemos hacernos una idea del caos existente ya en el universo astrológico griego leyendo la obra clásica de Bouché-Leclercq (1899). Pensar la astroogía es emprender una investigación de orden epistemológico, cuestionando estos modelos y los diversos elementos que se han incustrado en el corpus astrológico en el transcurso de su historia, y confrontarlos a las exigencias del pensamiento moderno. Dicho de otro modo, es hacer limpieza. Las matemáticas han encontrado su unidad y su lógica. Yo deseo que la astrología haga lo mismo.
 

¿Realmente crees que la astrología es tan denostada porque es temida?

Por supuesto. La astrología necesita imponerse por el pensamiento, pero también por medio de la persuasión y por la fuerza. No siendo ni jupiteriano ni marciano, ¡dejo estas vías a otros! (Exclama riendo). Dicho de otro modo, necesita de diplomáticos, avezados sobre las convenciones y juridicciones sociales, guerrilleros y ¡sí! misioneros no vendedores y aprovechados.
 

En tu tesis planteas algunas divergencias con algunos de los métodos y/o elementos empleados por el astrólogo en su uso: puntos ficticios, asteroides, astrología sideral, sistema de casas, etc. Pero lo más innovador o revolucionario si queremos, es el empleo de un sistema de casas absolutamente diferente: el Dominion. ¿En qué consiste y qué ventajas representa este método en relación con el sistema usado tradicionalmente? ¿Y cómo es que el sistema tradicional también funciona?

Lo que funciona para los astrólogos, son sobre todo sus juegos de palabras sobre los símbolos en vía de acercamientos analógicos unilaterales, dicho de otro modo, "esto funciona" sólo en razón de su destreza verbal y en su imaginación. El Dominion es la refundición moderna del octotopos, es decir, de un sistema de las Casas más antiguo que el sistema de 12, que sólo es el calco zodiacal sobre la esfera local, probablemente imaginada para satisfacer las necesidades de la astrología horaria. El Dominion no tiene nada que ver con este sistema adivinatorio, abandonado por otro lado por un cierto número de astrólogos en el siglo XX. Representa las 8 direcciones espaciales naturales, las de la brújula o las de los vientos, y traduce estas diferentes modalidades del espacio en la conciencia, como modos de integración al entorno. La Casa es un operador extremadamente poderoso e incluso determinante en la economía psíquica de la persona, ya que indica, de manera segura, cómo el individuo busca exteriorizar sus aspiraciones. Saber que una persona es Individuación o Participación, Objetivación o Vinculación, es una información mucho más importante, en mi práctica, que el saber si "es" Géminis o Libra, o incluso Venus o Saturno.
 

No a la sincronicidad, no a las influencias físicas: ¿Por qué funciona pues la astrología?

La sincronicidad junguiana es una idea totalmente desprovista de sentido para comprender el hecho astrológico: yo lo he explicado en diversas ocasiones y Jung, él mismo, fue muy claro en este punto. En cuanto a las influencias físicas, éstas existen necesariamente ya que de otro modo no hay incidencia astral posible. Entre la señal física y los comportamientos observados, existe un espacio que es el del que la astrología debe ocuparse, el espacio psíquico-astral y su imaginario, entre lo que puede ser sentido, independientemente de todas las representaciones mentales, y lo que no es más que el fruto de su imaginación y de los juegos infinitos que se desarrollan en los confines de lo que sabe o cree saber de astrología.
 

¿Qué opinas del debate abierto actualmente en Francia a raíz de la aprobación de la tesis de Mme. Teissier, y la alarma y oposición radical de los sociólogos franceses?

La tesis de Élizabeth Teissier no es mejor ni peor que la mayor parte de las tesis defendidas en sociología. Pero, ¿qué es una buena tesis de sociología? (Dice irónicamente al tiempo que sonríe). Sólo una porción de la sociología francesa y no toda la sociología francesa ha tratado de negar el carácter sociológico del trabajo de Elizabeth Teissier y se ha agitado alrededor del "caso Teissier", que ha sido el pretexto, parece, para ajustes de cuentas en el propio medio sociológico. Ha sido firmada una petición de principios, incluso antes de que los propios peticionarios hubieran conocido el contenido de la tesis. Esta actitud "científica" recuerda a la de los instigadores del Manifiesto americano de 1975 contra la astrología. Hay que saber que en apoyo de Michel Maffesoli, el director de la tesis, otro representante eminente de la sociología francesa, Jean Baudrillard, posiblemente el único sociólogo francés que pasará a la posteridad, ha tomado partido enérgicamente por la tesis y ha denunciado los dictados inquisitoriales de los intrigantes. Yo creo que se trata esencialmente de un problema ideológico: los sociólogos franceses no han soportado que una tesis sobre este tema haya podido ser defendida en su disciplina por una astróloga, y encima, por una estrella mediática. Para ellos lo que está puesto sobre la mesa y dolorosamente cuestionado es toda la credibilidad de la sociología, aún más cuando la sociología sufre ya endémicamente de un déficit de cientificidad.
 

Muchos astrólogos están fuertemente preocupados por el hecho de que la astrología obtenga un reconocimiento científico. Pero, lo cierto es que, hoy por hoy, la astrología no cumple con los requisitos necesarios establecidos por la ciencia para ser considerada como una ciencia formal. Y surge un claro interrogante: ¿Hacia dónde debe dirigirse el trabajo de los astrólogos?

¿Cómo podría tener la astrología un lugar entre las ciencias físicas, si ella misma no es objeto físico? En cuanto a su inclusión en el seno de los conocimientos hermenéuticos, hay que preguntarse precisamente sobre las razones que hacen que no satisfaga ya a las exigencias del pensamiento hermenéutico, si no, no habría ninguna razón que se opusiera a que ella entrara a formar parte. Yo creo que la astrología apunta a otro epistema que el de la hermenéutica, y que he tratado de definir por su matricialidad y por la noción de razón matricial. Creo que es la única hipótesis viable para la astrología, pero no sé si la universidad está preparada para aceptarla, ni cuándo lo estará. Pero no es a la astrología, en cuanto a la materia, a la que le toca adaptarse sino a la universidad de transformarse. En el estado actual, la astrología no tiene su lugar en tanto que disciplina autónoma. Que sea lamentable o no, muchos astrólogos no se preocupan nada de nada contrariamente a lo que dices, es posible que la astrología, a más largo o corto plazo, pueda encontrar su lugar como disciplina auxiliar, ya que la razón matricial atraviesa todos los campos del pensamiento. Por eso yo digo que hacer astrología es primer hacer uso de la razón matricial, es decir, establecer una lógica plural, muy a menudo cuadri-polar, que logre no sólo nombrar explícitamente las herramientas astrológicas (planetas, signos, etc), sino también servirse de ellas. Por tanto, no es una lucha entre campos del saber de lo que se trata, sino entre los métodos que atraviesan estos campos. En este punto por otro lado, "la astrología" está ya presente, poco o mucho, en las enseñanzas académicas y desde hace tiempo.
 

Partidario de que los astrólogos que realizan horóscopos, cursos y consultas aporten un porcentaje de sus ingresos a una entidad que sería creada para velar por la seriedad de la astrología y para utilizar los fondos conseguidos para la investigación, la edición de libros y la creación de bibliotecas. En principio parece una paradoja utilizar el dinero obtenido por los que Guinard considera unos "profesionales" que perjudican y denigran seriamente a la astrología. Para algunos astrólogos esta posición puede ser radical e incluso contradictoria puesto que estando en contra del uso comercial de la astrología, esta idea sería algo así como pensar que puesto que no podemos combatir el mal establecido, vamos a sacarle partido.

Esta proposición sólo se aplicaría en un primer momento a los horóscopos y predicciones de los periódicos, radio, web y otros medios de comunicación, dicho de otro modo, a las prácticas más nocivas según la opinión de la mayoría de los astrólogos "profesionales". Sin embargo, tiene pocas posibilidades de lograrse, ya que esto supondría que los medios astrológicos estuvieran unidos y tuvieran una voluntad común, y no es el caso. Si esta proposición pudiera llevarse a cabo, permitiría el desarrollo de una astrología seria que eliminaría a más o menos largo plazo estas prácticas lamentables.
 

Emocionado por recibir el premio Gloria de Pubill que otorgó Mercurio-3 al mejor artículo de astrología de lengua extranjera, premio que significa para Guinard en primer lugar, que los lectores esperan otra cosa que los innumerables artículos de interpretación y de predicción post factum, elaborados con más o menos destreza y que contaminan la mayor parte de las revistas astrológicas; y en segundo lugar, que se hacen preguntas, tratan de comprender cómo esto funciona y no se contentan siempre con creer que "esto funciona". Tras su estancia en el I Congreso de Astrología de Andorra, su impresión sobre el panorama astrológico español es positiva:

Perdóname por decirlo con palabras lapidarias: la astrología española me ha parecido relativamente joven y receptiva a la novedad; la astrología francesa es vieja y agria, minada tras cincuenta años por luchas de poder entre clanes rivales y por intereses asociativos que gravan su vitalidad. Además del éxito que conoce el CURA en España y en América latina, la acogida que me ha sido dada en Andorra y la atención reiterada de Jaume Martín por mis investigaciones en su revista Mercurio-3, van a hacer de mí muy pronto... – dice riendo abiertamente- ¡un autor español!
 

Tu tesis ha sido y es una gran aportación para la astrología. ¿Qué proyectos tienes de cara al futuro?

Mi único proyecto presente es la continuación del trabajo de investigación y de difusión establecido en la página del CURA, y que yo te agradezco, Angeles, por tu contribución inestimable en el apartado español de la web.
 

La astrología, un saber que ha sobrevivido a los tiempos, cambios, culturas y ataques de todo tipo, a pesar de todo ello continúa con una vigencia siempre permanente. Los astrólogos también han sobrevivido al compás de la astrología a lo largo de los siglos aunque hoy sean considerados por muchos como proscritos o locos. La posición de Patrice Guinard le erige como un fuerte crítico del hacer de los astrólogos en un intento de que éstos no se conformen únicamente con su pasión, sino que vuelvan a pertenecer al mundo de los sabios que, en el pasado, fue su cuna.

La astrología ha sobrevivido a sus detractores, al contrario que muchas prácticas, religiones e ideologías caídas en desuso, porque ella contiene una parte de verdad sobre la naturaleza del hombre y del mundo. La ideología moderna no podrá rechazar aún durante mucho tiempo este simple hecho. Los análisis sociológicos relativos a la astrología no tienen como función más que propiciar el cambio, pero como son tan pobres intelectualmente como la mayor parte de los discursos astrológicos, caerán en el olvido. El astrólogo no tiene que tomar una postura: debe trabajar, perfeccionar sus armas y sus herramientas, de manera que pueda estar en disposición de afrontar la hostilidad.



Referencia de la página:
Angeles Rocamora Cortés: Pensar la Astrología (Entrevista a Patrice Guinard)
http://cura.free.fr/esp/25angees.html
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