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Semántica de los signos zodiacales
(Introducción a la fisio-semiología zodiacal)
por Patrice Guinard

-- traducción Angeles Rocamora --


Nota: Este texto retoma los capítulos 11 y 13, el anexo 4 y una parte del capítulo 51 de mi tesis doctoral (1993).
 

1. Los elementos fisio-semiológicos

"El que sepa unir el lenguaje con la fisiología, sabrá mucho." (Paul Valéry, Cuadernos)

     El zodíaco reflexológico es una descodificación semántica y cíclica de las diversas formas y fases de excitabilidad puestas en evidencia por Pavlov. Esta fisio-semiología se aplica a los signos zodiacales, de los que ella revivifica la simbología bimilenaria. Cada proceso fisiológico facilita ciertas acciones, más abajo indicadas, entre corchetes, con las consecuencias de un exceso del proceso considerado, relativamente a las condiciones del entorno. En este caso, las respuestas son inoportunas, intempestivas, o regresivas, siempre desajustadas en relación con la situación o a lo que exige el medio: la excitación o estímulo se transforma en empeño o en exaltación desenfrenada, la inhibición en postración. Cuando el exceso aumenta más y se cristaliza, cuando sobrepasa ciertos límites, o alcanza estados neuróticos y psicóticos más o menos irreversibles.

EXCITACIÓN NATURAL: Reacción positiva a un nuevo estímulo.
ARIES/GÉMINIS: aceptar, activar, gastar, emprender [versatilidad, activismo, disipación, agotamiento]

INHIBICIÓN NATURAL: Reacción negativa a un nuevo estímulo.
TAURO: rechazar, resistir, conservar, economizar, controlar [obstinación, terquedad, avaricia, misoneismo]

INHIBICIÓN PROTECTORA: Reacción preventiva de defensa.
CÁNCER/VIRGO: proteger, retener, delimitar, esperar [aislamiento, incapacidad, cobardía, pusilanimidad]

EXCITACIÓN RETARDADA: Reacción positiva de efectos retardados.
LEO: desprender, desbloquear, liberarse [desmesura, exuberancia, ostentación, exhibición]

EXCITACIÓN TEMPORAL: Reacción a un ritmo temporal.
LIBRA/SAGITARIO: integrar, coordinar, sincronizar, participar [esclavización, disolución, desarraigo, despersonalización]

INHIBICIÓN DIFERENCIAL: Reacción selectiva a estímulos parecidos.
ESCORPIO: discriminar, discernir, aislar, profundizar [exclusivismo, crispación, estancamiento, podredumbre]

INHIBICIÓN EXTINTIVA: Reacción de rechazo de los estímulos inútiles.
CAPRICORNIO/PISCIS: abandonar, eliminar, purificar, olvidar [desentendimiento, degradación, desengaño, desaliento]

EXCITACIÓN RECREATIVA: Reacción positiva a la interrupción del estímulo.
ACUARIO: restablecer, reconstituir, reanimar, regenerar [inconsecuencia, prolijidad, travestismo, proselitismo]
 

     Tauro es "un Aries" en un grado de concentración elevado: es capaz de desplegar una actividad intensa y de manifestar la más grande violencia, incluso si esta concentración de la excitación está enmascarada por la inducción y por la inhibición que en ella se relaciona. Del mismo modo Leo representa la protección máxima, los apegos más sólidos y duraderos, Escorpio el grado máximo de implicación, y Acuario el desapego absoluto. El fenómeno de inducción (inhibición natural de Tauro y diferencial de Escorpio, de excitación retardada de Leo y recreativo de Acuario) reequilibra la tendencia a la intensificación extrema debida a la concentración de los procesos.

EXCITACIÓN NATURAL CONCENTRADA - TAURO: especialización, apropiación [intolerancia, avidez]

INHIBICIÓN PROTECTORA CONCENTRADA - LEO: perpetuación, sacralización [mistificación, camelo]

EXCITACIÓN TEMPORAL CONCENTRADA - ESCORPIO: pasión, dilación [fanatismo, sectarismo]

INHIBICIÓN EXCINTIVA CONCENTRADA - ACUARIO: neutralización, impermeabilidad [aniquilación, esterilidad]
 

2. Modos de estructuración de lo real y vías del espíritu
(y complemento a la comprensión matricial de la historia de las filosofías)

Los tres momentos sucesivos que atraviesan los procesos nerviosos en el curso de su desarrollo, generan en el seno de un mismo cuarto zodiacal una diferenciación que autoriza a complementar los análisis que aquí preceden.

POLARIZACIÓN (captación de los contrarios): distinguir, polarizar
[polarización excesiva (fase igualitaria): reacciones unilaterales, igualización]

COMPOSICIÓN: (captación de las proporciones: combinar, componer
[composición excesiva (fase paradójica): reacciones desproporcionadas, desequilibrio]

TOTALIZACIÓN: (captación de los conjuntos): sintetizar, totalizar
[totalización excesiva, (fase ultra paradójica): reacciones confusas, amalgama]
 

     Los signos equinocciales apuntan a la intensificación del proceso, los signos medios a su cualificación, los signos solstilciales a su extensión[1]  Estos conceptos tienen un correspondiente gramatical evidente en las nociones de comparativo y de igualdad (tan... como), de comparativo de superioridad (más... que), y de superlativo de superioridad (el más).

En Aries, la polarización es oposición [exclusión]
En Virgo, la polarización es reciprocidad [ambivalencia]
En Libra, la polarización es equilibrio [duda]
En Piscis, la polarización es neutralidad [renuncia]

Las conjunciones de coordinación ilustran las cuatro formas de polarización de los signos equinoccinales:

En Aries, la oposición se traduce por el O exclusivo: O bien A, o bien B.
En Virgo, la reciprocidad se traduce por el O inclusivo: A, o bien B.
En Libra, el equilibrio se traduce por el Y: A y B.
En Piscis, la neutralidad se traduce por la negación: Ni A, ni B.

     Con Descartes (Aries), los contrarios se oponen vigorosamente. La reforma de la metafísica necesita del abandono de una escolástica que se ha quedado obsoleta. El acceso a la primera certitud necesita que el Cogito se oponga a todo lo que está puesto en duda, que escapa, y él sólo, a tabla rasa, y también a lo que se distingue, absolutamente, de la sustancia extendida. La filosofía es un combate: se trata de superar dificultades, de vencer adversarios, de ganar batallas.

     Con Hegel (Virgo), los contrarios permutan y se intercambian hasta solidarizarse. La dialéctica es un movimiento de superación y de mantenimiento (Aufhebung) de las proposiciones opuestas. Toda realidad es en sí (an sich) y se desarrolla fuera de sí. El trabajo del negativo es la condición del cumplimiento del Espíritu, único pero intrínsecamente disociado.

     Con Nietzsche (Libra), los contrarios se equilibran en su complementaridad. La Voluntad sobre la potencia (Wille zur Macht) lleva las fuerzas a su tensión extrema. El funámbulo de Zaratustra se estrella contra el suelo, por culpa de no haber podido mantener el equilibrio. El Eterno Retorno es la afirmación conjunta del Mismo y del Otro, del Ser y del Devenir, de Dionisos y del Crucificado. [2]

     Con Schopenhauer (Piscis), los contrarios se neutralizan y desaparecen el uno y el otro. El mundo es Representación (apariencia, construcción e ilusión del espíritu) y Voluntad (aspiración ciega, inconsciente, inexplicable). Sólo la negación de la voluntad (Wille) así como la Representación (Vorstellung) permite escapar a su doble sometimiento, que es sufrimiento.

En Tauro, la composición es asimilación [agotamiento]
En Leo, la composición es fusión [sobrevaloración]
En Escorpio, es dosificación [dramatización]
En Acuario, es conciliación [laxismo]

     Con Kant (Tauro), las partes se disponen en el seno de una unidad que subsume su realidad. La razón especulativa coloca los principios de un conocimiento a priori, y transpone la multiplicidad fenoménica en una perspectiva unificadora. Lo trascendental asimila lo fenoménico. La verdad trascendental reside en la adecuación de los conceptos del entendimiento de los objetos del mundo sensible.

     Con Malebranche (Leo), cada una de las partes está en unión con su fuente. Las criaturas son seres ocasionales, tributarios del desencadenamiento perpetuo de la eficacia divina. Todo es percibido en Sí (visión en Dios). Los movimientos más ínfimos reclaman, en cada instante, la presencia divina. Y la menor porción creada sólo actúa bajo los auspicios de la voluntad divina.

     Con Max Stirner (Escorpio), cada parte mantiene una relación precisa con las demás. Lo Único (poder personal, indecible, irracional, instintivo) aspira a una relación exclusiva con su propiedad (su campo de intervención, el objeto más o menos indefinido de su deseo) hasta el instante preciso en el que el disfrute se convierte en alienación, sumisión a ideas abstractas, esclavización interior. Huir de los fantasmas múltiples que esclavizan la conciencia, es encontrarse a sí mismo siempre diferente de lo que una exterioridad invasora fabrica a nuestras espaldas.

     Con Francis Bacon (Acuario), las partes se congregan cobardemente y se distribuyen. El análisis del detalle prima sobre la concepción general. Deshacerse de los ídolos y los prejuicios del espíritu permite a cada elemento encontrar su sitio en el seno de un conjunto que se organiza. El Novum Organum preconiza un nuevo enfoque de lo real, mediato e instrumental, que concilia los raciocinios y los talentos más variados en vistas de una tarea colectiva.

En Géminis, la totalización es generalización [coerción]
En Cáncer, la totalización es sedimentación [indistinción]
En Sagitario, la totalización es armonización [heterogeneidad]
En Capricornio la totalización es cristalización [petrificación]

     Con Pascal (Géminis), el conjunto se limita a algunos rasgos generales que dinamizan la diversidad. No hay escapatoria, ni alternativa a la miseria del hombre sin Dios. La libertad de escoger implica la obligación de elegir, el compromiso (como con Sartre, otro Géminis). La argumentación decisiva de la apuesta permite sensibilizar al ateo, convencer al no creyente, someter al libertino.

     Con Leibniz (Cáncer), el conjunto es sincrético, ecléctico. Todo a priori aislado se resuelve en la cohesión interna del sistema, por concreción y embotamiento de perspectivas. Cada Mónada expresa distintamente ciertas relaciones, y confusamente el conjunto indefinido de los otros. La armonía preestablecida de las Mónadas reside en su concomitancia (acuerdo y jerarquía) y en la posibilidad de los seres, en su compatibilidad en el seno de una perspectiva más englobante.

     Con Spinoza (Sagitario), el conjunto es armonía integral. La sustancia divina es idéntica al mundo: Deus sive Natura. No hay "creación", finalidad, trascendencia, o post-mundo, sino una realidad inmanente, única y total, que es poder de existir, en acto de toda eternidad.

     Con Augusto Comte (Capricornio), el conjunto se estructura, se fija, se estabiliza. Las ciencias, de las que cada una posee su objeto específico, se articulan según unos estratos encajados, perfectamente delimitados, hasta la fijación: la astronomía se limita al sistema solar, la biología afirma la permanencia de las especies, la sociología excluye toda interrogante sobre el origen de las sociedades.
 

3. Signos zodiacales y englobantes de la conciencia

    La fisio-semiología de los diversos procesos de excitabilidad se articula sobre la diferenciación de los cuatro "medios condicionales" o englobantes de la conciencia, la Energía, el Espacio, el Tiempo, la Estructura.

     La excitación natural (la reacción a los nuevos estímulos) induce a una percepción energética de lo real: aceptar el estímulo, es reconocer el Maná. La inhibición protectora (reacción preventiva de defensa) favorece una percepción espacial de lo real: establecer límites, es aislar lugares específicos, a las propiedades particulares. De igual manera, la excitación temporal induce evidentemente, una percepción temporal de lo real, y la inhibición extintiva, sólo dejando subsistir la osamenta de lo percibido, a una percepción estructural de lo real.

     En este contexto, cada englobante de la conciencia aparece bajo tres modos distintos, ya que el proceso fisiológico asociado conoce tres fases sucesivas. La inhibición protectora estival, bajo sus tres fases respectivas, traduce tres formas de percepción del espacio: totalización del espacio por sedimentación (Cáncer/Tierra), composición del espacio por fusión (Leo/Templo), polarización del espacio por reciprocidad (Virgo/Espejo). Cada una de las tres fases de un cuarto zodiacal traduce un modo particular de un englobante de la conciencia. Tomemos el caso de la energía: polarización de la energía por oposición (Aries/Choque), composición de la energía por asimilación (Tauro/Bomba), totalización de la energía por generalización (Géminis/Flujo). La energía Aries es mecánica, la energía Tauro es nuclear, la energía Géminis es radiante.

     El Choque (energía Aries) es una energía lineal, de impulsión, de proyección. El movimiento se efectúa en línea recta. Los cuerpos son materializados y distintos. Se enfrentan. El Choque nace de una bipolaridad y produce una descarga instantánea. La intensidad resulta de la tensión entre dos fuerzas comparables y antagónicas, del enfrentamiento de dos cuerpos proyectados uno sobre el otro. Christiaan Huygens (Aries) estudió las consecuencias de la colisión de los cuerpos, y emitió el principio de la conservación de la fuerza viva.

     La Bomba (energía Tauro) es una energía "nuclear", potencial, de conservación. Las fuerzas se acumulan y producen una carga específica, una recarga. Generan un potencial explosivo. La Bomba nace de una concentración de las fuerzas, de una acumulación que engendra unas transformaciones cualitativas. El físico americano J. Robert Oppenheimer (Tauro) puso a punto la primera bomba atómica.

     El Flujo (energía Géminis) es una energía radiante, ondulante, vibratoria, de difusión. Las fuerzas se propagan, se extienden y provocan un flujo multidireccional. El Flujo nace de una relación desigual entre dos fuerzas. La propagación es la extensión de la fuerza bajo su aspecto cuantitativo. James Maxwell (Géminis) estudió la difusión de los gases en el estado de equilibrio térmico, y estableció la naturaleza electromagnética de la radiación luminosa.

     Los signos zodiacales operan una tripartición de cada uno de los cuatro englobantes de la conciencia, la cual redobla su simbolismo. Los primaverales (por el Sol) mantienen una relación privilegiada con la Energía: los signos primaverales son operadores energéticos en el sentido que favorecen una reorganización energética de lo real percibido. Es lo mismo para los signos estivales y el Espacio, para los signos otoñales y el Tiempo, los signos invernales y la Estructura. [3]

El CHOQUE es la energía ARIES de la oposición.
La BOMBA es la energía TAURO de la asimilación.
El FLUJO es la energía GÉMINIS de la generalización.

La TIERRA es el espacio CÁNCER por sedimentación.
El TEMPLO es el espacio LEO de la fusión.
El ESPEJO es el espacio VIRGO de la reciprocidad.

El RETORNO es el tiempo LIBRA del equilibrio.
El MOMENTO es el tiempo ESCORPIO de la dosificación.
La ESPIRAL es el tiempo SAGITARIO de la armonización.

El CRISTAL es la estructura CAPRICORNIO de la cristalización.
El CÓDIGO es la estructura ACUARIO de la conciliación.
La MATRIZ es la estructura PISCIS de la neutralidad.
 

     Así se articula una lógica de los englobantes de la conciencia con la del ciclo zodiacal: y es que la tripartición diferencial de estos englobantes no es independiente de la estructuración zodiacal del sistema nervioso. La organización, primero cuaternaria del zodíaco, prohibe toda concepción unilateral o bipolar de lo real constituido, por un pensamiento dualista incapaz de percibir la existencia de cuatro polos irreductibles y sucesivos. La astrología estructural es, primero, instigadora de una ontología cuadripolar, inscrita en la dinámica zodiacal.
 

4. Predisposiciones psicológicas y habituación cultural

     La velocidad de excitación primaveral favorece la extroversión, es decir, una actitud de ánimo dirigida hacia el exterior. Los "primaverales" (por el Sol o por un planeta), se fijan un objetivo a alcanzar, un obstáculo a superar. Reaccionan para conquistar un objeto, para realizar un proyecto, para imponer una idea, los cuales incrementan en ellos su sensación de poder. Su agresividad se traduce por asimilación de lo real, el control del entorno, la toma de poder del espíritu sobre el mundo, la construcción de un ego soberano. Los primaverales son gente de Energía: aspiran a la transformación del medio.

ARIES: yo quiero
TAURO: yo fundo
GÉMINIS: yo puedo

     Querer, es dar la orientación, fundar es establecer, poder es explotarlo. El movimiento que va de lo equinoccial a lo solsticial es a la vez una apertura, una adaptación y, en un cierto sentido, el comienzo de una desilusión.

     La lentitud de excitación estival favorece la exteriorización, es decir, una actitud de ánimo que porta hacia fuera lo que está dentro. Los "estivales" proyectan sobre el mundo sus sentimientos personales, lo modelan según sus valores afectivos. Perpetúan la evidencia de los modelos probados mezclándolos con las figuras de su imaginación. El prójimo se convierte en el término preferido de su relación de dependencia con el mundo, la condición de su equilibrio y el fundamento de su forma de convivir. La búsqueda de una confianza mutua es el garante de su sociabilidad. Los estivales son gente de Espacio: buscan domar el medio.

CÁNCER: yo imagino
LEO: yo creo
VIRGO: yo elijo

     Imaginar, es delimitar un territorio, crear es construirlo, elegir es ocuparlo. La dinámica estival, que va esta vez de lo solsticial a lo equinoccial, de lo imaginado a lo seleccionado, es a la vez un cierre y una adaptación, pero también, aquí también, el comienzo de una desilusión.

     La lentitud de inhibición otoñal favorece la interiorización, es decir, una actitud de ánimo que recoge dentro lo que está fuera. Los "otoñales" son estimulados por las manifestaciones imponderables de una situación. Perciben y evocan lo imperceptible; se fundan en la textura más tenue de lo real. Las múltiples virtualidades de lo vivo vibran en ellos ya que su sensibilidad abraza el mundo en su inmanente complejidad, en su variabilidad indefinida. Ellos sienten los seres y, más que saber definirlos o explicarlos, aprehenden intuitivamente los fenómenos. Los otoñales son gente del Tiempo: aspiran a una integración al medio.

LIBRA: yo siento
ESCORPIO: yo vivo
SAGITARIO: yo veo

Sentir, es aceptar el mundo, vivir es apropiárselo, ver es compartirlo.

     La velocidad de inhibición invernal favorece la introversión, es decir, una actitud de ánimo dirigida hacia lo de dentro. Los "invernales" aprehenden el mundo como una red de vínculos entre los elementos que son las mallas de un laberinto al que pertenecen ellos mismos. Su escape les vuelve independientes de las obligaciones y de los acontecimientos. Saben abstraerse del mundo, describirlo, explicarlo, circunscribirlo. Su espíritu se identifica con la complejidad de lo real. El entendimiento reclama una adaptación distanciada de la persona al mundo y a la sociedad. Los invernales son gente de Estructura: buscan describir el medio.

CAPRICORNIO: yo pienso
ACUARIO: yo conozco
PISCIS: yo sé

Pensar, es abstraerse de lo real, conocer es descifrarlo, saber es acabarlo.

     Extroversión e introversión, exteriorización e interiorización, caracterizan unas actitudes de espíritu, unas predisposiciones psico-mentales, y no unos comportamientos manifiestos. Tauro, por ejemplo, es un extrovertido muy marcado en el nivel de comportamiento por respuestas de inhibición. Y Jung no se equivoca cuando ve en Freud (Tauro) un modelo de extroversión, y en Adler (Acuario) un especimen de introversión. Los primaverales son globalmente unos excitados y los invernales unos inhibidos. Los estivales son unos "exhibidos" y los otoñales unos "incitados".

     El occidental, y sobre todo el europeo, se reconoce sobre todo en los valores primaverales, incluso si está marcado por el signo de Virgo, de Sagitario o de Capricornio, ya que la mentalidad colectiva impregna las conciencias tanto como su condición astral. Para comprender las disposiciones estival, otoñal o invernal, probablemente sería necesario haber vivido bastante tiempo en América Latina, en la India o en China. [4]

     Por ideología occidental, yo designo el conjunto de valores (morales, éticos, intelectuales, afectivos...) que condicionan los comportamientos y las representaciones mentales de los occidentales. Estos son los valores normativos del triple poder "mágico", jurídico y guerrillero de los dioses indo-europeos de la Captura (Varuna), del Contrato (Mitra) y del Combate (Indra), puestos en evidencia en los trabajos de Georges Dumézil [5] , traducidos por sus equivalentes astrológicos: Urano, Júpiter y Marte (pero también la Individuación de las Casas III y VIII, y la Velocidad de excitación de los signos primaverales).
 

5. Un Canceriano ejemplar: el novelista Marcel Proust
(y Análisis crítico del "Tipo fuerte de Cáncer", Jean-Pierre Nicola, La condición solar, París, Éditions Tradicionnelles, 1965, p.110-117)

     "El sentimiento abstracto con la introversión no puede manifestarse abiertamente. El diálogo es interiorizado: son los estados entusiastas o depresivos a propósito de las instituciones humanas, de los ambientes, de toda esta sutilidad epidérmica de los Géminis que, presa por el amor, deviene palpitante de emoción. El yo Canceriano está lleno de las múltiples ataduras que le vivifican, pero fuera de un círculo selectivo, no hay exteriorización sentimental limpia."[6]

     El texto oscila entre la interiorización (confundida con la introversión) y una exteriorización limitada a un campo de acción particular. Ahora bien, la interiorización se une a la "lentitud de inhibición" de los signos otoñales, y no a la "lentitud de excitación" de los signos estivales (cf. supra). El Canceriano tiende a proyectar hacia fuera sus propias aspiraciones, a medir lo real según las fuentes de su subjetividad, a teñir lo percibido de las solicitudes de su imaginación. Lo real se transparenta a través de una manera muy personal de "sentir"; es una creación variable de su ánimo, una proyección de su "sustancia". Lo imaginario romanesco es una ilustración privilegiada de las tendencias cancerianas.

     "Según I. P. Pavlov, la inercia de excitación (L+) se relaciona con la obsesión, con los estereotipos, con la iteración y principalmente con la paranoia (...) Los elementos paranoides existen en Cáncer: orgullo y desconfianza, juicios partidistas, necesidad de grandeza y de poder, inflación del Yo."[7]

     El signo de Cáncer, en estos párrafos consagrados al tipo "fuerte", es sobre todo tratado según sus aspectos negativos, lo cual evita a Nicola el repetir en "lentitud de excitación" lo que había sido dicho para "la inhibición protectora", y que esconde la similitud, no asumida, de estos procesos. Marcel Proust ilustra con brío, y de manera positiva, el universo canceriano, piense lo que piense nuestro astrólogo: el canceriano da testimonio de la importancia de la memoria en la elaboración de un universo afectivo, "imaginario", de la reconstrucción del pasado a través de las incitaciones presentes, de la espacialización de las emociones y de los recuerdos: "Yo sabía en qué habitación me encontraba efectivamente, la había reconstruido alrededor de mí en la oscuridad y, sea orientándome únicamente por la memoria, sea ayudándome, como indicación, con una suave luz percibida (...) había dejado las gafas y puesto la cómoda en su lugar habitual." [8]  La realidad del mundo y de la individualidad toma forma a través de la mediación de una "memoria afectiva". Es la inteligencia del espacio y del afecto quien guía el comportamiento. "La memoria del ser más sucesivo establece en él una especie de identidad y hace que no le guste faltar a las promesas de las que se acuerda, aunque él no las hubiera refrendado." [9]  Esta "promesa" tiene relación con la permanencia de una aceptación pasada; el pasado pesa sobre el estado presente y lo determina por la persistencia de las emociones, revividas. El canceriano se construye en este permanente agrandamiento espacial y temporal. La similitud del objeto del recuerdo (por ejemplo, la madalena) y de lo que provoca su resurgimiento, similitud concluida por relaciones olfativas, se sumerge la conciencia en estados emocionales aparentes y hace nacer ese sentimiento de continuidad, o mejor de perennidad, que es el criterio de reconocimiento de la persona "¿Sólo un momento del pasado? Mucho más, probablemente; algo que, común a la vez al pasado y al presente, es mucho más esencial que éstos dos." [10]  El canceriano vive, re-vive, el pasado y sus momentos más significativos, cargados emocionalmente, e indicadores de su ser presente. La imaginación creadora inviste este potencial mnémónico que interpela al presente. El pasado reorienta el instante presente y lo re-estabiliza. Sólo basta con explorar los estratos sepultados de la conciencia para hacerlos renacer, ya que siempre están ahí. La escritura no apunta a la prospección, sino a la reminiscencia, como con Platón, probablemente otro "canceriano fuerte". Ese libro esencial, el único libro verdadero, un gran escritor no necesita inventarlo, en el sentido corriente de la palabra, ya que existe ya en cada uno de nosotros, sino traducirlo." [11]

     "El hombre que realizara la fórmula Cáncer en su plenitud, alcanzaría una cumbre de poder. Probablemente viviría en el sentimiento de ser Dios, el padre que regula el reloj del mundo y las obras de sus feligreses." [12]

     Pasemos sobre esta representación del poder y ¡sobre la metáfora barajada del relojero! Es impropio atribuir a Cáncer, como a la idiosincrasia estival (Leo incluido) problemáticas de poder (en el sentido vulgar de la palabra) y de eficacia. Los estivales son extraños a los valores y motivaciones de los signos primaverales. La fascinación de Proust por el pequeño mundo de la alta sociedad se explica por sus resonancias en su conciencia en razón de su historia personal. No hay envidia en Proust, sino en-vida, una vida que se ata a ella y se declina en ella, con sus pequeñas historias, las mismas que por todos lados. Ya pensemos en los dioses mejicanos, dioses humanos, demasiado humanos, y en la mentalidad indígena, sud-americana, de "reducir el mundo a cero" según la expresión de Antonin Artaud. Este mundo que yo hago revivir, nos dice Proust, ese mundo que me forma y me fabrica, es el mismo mundo para todos, o al menos un mundo equivalente. El ego no es más que una variable de la comunidad social. Este arraigamiento hace del canceriano el signo sociable por excelencia. Nicola confunde la sociabilidad, que es siempre el producto de una integración circunscrita, con "la asociacividad" de los signos otoñales. La integración temporal y la sincronización se relacionan con las realidades más etéreas, con las periodicidades más sutiles del entorno, y a continuación, la inversión psíquica del mundo vivo precede al del mundo socio-cultural. Al contrario, la sedentarización, la territorialización y los procesos de socialización que generan, se inscriben en la función estival, la cual establece fronteras y espacios protegidos.

     "La inercia de excitación aporta al sistema de señalización verbal diversas tendencias revisionistas respecto de la espontaneidad primaveral (...) El estilo pomposo, ampuloso, grandilocuente, cuenta entre las revisiones torpes. La concisión, la claridad que encontramos en el eslogan, la palabra de orden, el estilo didáctico son el mejor crudo de la lentitud de excitación." [13]

     Aunque los eslogans y palabras de orden no parecen ilustrar el "estilo didáctico" propiamente dicho, hay que concluir de estos propósitos que la "lentitud de excitación" ¡favorece a la vez la claridad de estilo y su contrario! El canceriano opera por sedimentación, y si es artista, utiliza una suerte de cemento en la constitución de su obra. La creación pictórica necesita de la acumulación de motivos y la repetición de operaciones, con la tendencia de matizar la expresión: "Pasar varias capas de color, tornar mi frase preciosa en sí misma, como este pequeño lienzo amarillo." [14]  El conjunto se concluye por concreción a través de los pasajes sucesivos. El artista debe "alcanzar a dar una impresión por todos los estados sucesivos que conduzcan a su fijación, a la expresión." [15]  La obra pictórica o literaria es verdaderamente el fruto de las emociones y los dolores que el artista exterioriza. De ello resulta una profundidad, una textura, que firman precisamente las grandes obras estivales: ¡el Volcán de Malcom Lowry!

     "Fuerza de composición (...) situaciones embrolladas (...) tendencia inmovilista (...) querellas de familias (...)".[16]

     El tipo canceriano, en modo "composición" (término que debería estar reservado a los signos fijos, medios), se interpreta también aquí bajo sus aspectos negativos, y el dicho "fase ultra-paradoxal fuerte" que sigue (que debería lógicamente ligarse al tipo canceriano débil, según esta lógica) no hace más que incrementar la confusión entre los tipos llamados "fuerte" y "débil" del signo, de los que se percibe mal la diferencia. Más generalmente, esta supuesta debilidad interpretada aquí y allá en términos de inadaptación a un entorno social banalizado, es a menudo el resultado de juicios precipitados, y más precisamente enraizados en supuestos valores primaverales (y más exactamente "Tauro" en este caso). Conviene guardarse bien de traducir las oscuridades y confusiones en las que se complace repetidamente al nativo de Cáncer, en términos de contradicciones, de interpretar su necesidad de enraizamiento por imágenes en sí mismas estereotipadas (del tipo "regresión infantil" o "complejo maternal"), de confundir su sociabilidad auténtica con una falta de agresividad o de eficacia, o incluso de captar en sus aspiraciones artísticas sólo las inconsecuancias y fantasías de una imaginación caprichosa. Un signo zodiacal representa un universo completo en sí mismo; no le falta nada.

     El supuesto "tipo débil" de Cáncer [17]  es tratado como si le faltaran los procesos del signo complementario, Sagitario (según una simetría axial y equinoccial). Es más coherente considerar, en primer lugar, el exceso de inversión de las funciones de un signo como la marca de un desequilibrio, que no traduciremos automáticamente como la prueba de una "debilidad" o de una "inadaptación". La igualación de realidades dispares, propia a los signos equinocciales, es el resultado de una demasiado fuerte polarización, no de una falta de totalización. Por tanto, un exceso de totalización (signos solsticiales) lleva a la amalgama incoherente, y un exceso de composición (signos medios) acaba en una deformación de las perspectivas.

     Los astrólogos generalmente son apasionados de estos pequeños ejercicios de enjuiciamiento psico-astrológico que les dan el sentimiento de poseer las tablas de la ley de los seres, y de poder juzgar a los hombres según ellas. Olvidan que lo que puede un individuo, escapa ampliamente a la empresa de los astros, o al menos a su conocimiento sumario de esta empresa. ¡Orígenes! El astrólogo tendría mucho que aprender de una obra importante que su creador expresa mucho mejor de lo que él sabría hacer con sus herramientas limitadas. Tal como juzgar a Nostradamus por un sextil o un punto medio, o tal como creer comprender a Van Gogh a través de un montón de planetas angulares, o incluso a Descartes según una carta especulativa y arbitraria. La actualidad no debe nada a nadie, ya que este balbuceo pretende justificar el incendio de un casino, una elección política, un atentado terrorista, como hecho dispar. Todo el resentimiento de los astrólogos, marginados por la sociedad cultural, se exterioriza en este psico-balbuceo en boga en la astrología común y que se revuelca en las revistas complacientes.

     Nicola, más que Rudhyar [18] , interpreta los signos zodiacales en función de presupuestos socio-culturales, y limita sus posibilidades virtuales a sus manifestaciones comunes en la sociedad occidental moderna. Sus análisis suponen unos valores enraizados en la mentalidad de esta sociedad: el poder material e intelectual, la eficacia, la competitividad, el rendimiento, la "fuerza" bajo todas sus formas. Esta reducción impide captar la especificidad de las potencialidades zodiacales, independientemente de su enraizamiento en una cultura dada. Cada signo zodiacal es primero la figura de un potencial intrínseco, de un positivismo inalienable, e independiente, mientras sea posible, de todo sistema de valores, ya que representa un universo específico, un complejo de opciones que le es propio. Cierto es que es necesario restituir la interpretación en su contexto socio-cultural, pero solamente en un segundo tiempo, y por medio de un análisis colateral. En efecto, la interpretación del tema natal es la ocasión para cada uno de tomar conciencia de sus aspiraciones, de su extrañeza, de eso que hace que un individuo es siempre de algún modo extraño a su sociedad y a su época, que encubra un grano de locura propia, que se inscriba necesariamente falsamente a los criterios normativos que le son impuestos desde el exterior. El astrólogo tiene tendencia a transfigurar las capacidades y predisposiciones potenciales de su paciente al abrigo de las modas y las ideologías. Esta adaptación cueste lo que cueste no le es necesariamente saludable, y el astrólogo, generalmente ignorante de los avances de la antipsiquiatría y de las terapias post-freudianas, reproduce las prácticas psico-terapéuticas comunes que someten al paciente a las normas del medio social, como si el tema natal no representara, precisamente, el "lugar de poder" del individuo, su potencial de llegar a ser y a desarrollar unas inclinaciones propias, su destino.

     El término "condicionalista" connota la noción de posibilidad, en tanto que ella es la condición absoluta, incidente, pero no contingente ni imperativa, de toda manifestación. Traduce la relatividad del condicionamiento astral: "bajo condición" de un tener en cuenta los factores extra-astrológicos (hereditarios, socio-culturales, geo-climáticos...) e ilustra la condición astral del individuo, su idiosincrasia inexpugnable, sea cual sea su grado de realización, su fuerza moral, su obra acabada, o el peso de las circunstancias. En fin, y sobre todo, hace referencia al reflejo condicionado de Iván Pavlov. La originalidad de la astrología condicionalista, y sobre todo, su relación con la reflexología y con "la explicación" neuro-fisiológica, se ha transformado en un handicap socio-cultural en el mundillo venal de los traficantes de productos horoscópicos. Y la etiqueta de una astrología soviética, marxista-leninista porque pavloviana -"¡Ya sabe, el perro que ensaliva!"-, tan falsa como sea, ha podido ser el freno más seguro de su expansión. Lo que justificaría, sin legitimarlas por ello, sus veleidades pragmáticas por compensación. A partir de ello nos encontramos en el quiosco ciertas revistas condicionalistas o neo-condicionalistas, dirigidas por una política del compromiso, y por el abandono de la referencia pavloviana, embarazosa en un mercado donde no tiene su sitio. Así, la aspiración inicial del condicionalismo es discordante con su incapacidad de extraer las consecuencias lógicas y éticas de sus principios, sus apáticas concesiones al mercado del astro-balbuceo en el que no se distingue ya de sus competidores, y su obstinación a hacer de la adaptación la piedra de toque de la interpretación.
 

6. Semántica de los signos zodiacales

Aries
Excitación natural
Gasto energético
Reactividad inmediata y polarizada
El Choque (energía de oposición)

"De niño, yo sentí en mi corazón dos sentimientos contradictorios: el horror de la vida y el éxtasis de la vida." (Charles Baudelaire)

     Aries despliega una actividad bruta sin mediación. Se propulsa en la existencia, armado ante toda eventual adversidad, y reacciona a "todo lo que se mueve". No tiene conciencia de sus actos más que en el momento de actuar. El acto-reflejo, la reacción instantánea a la simulación, la acción espontánea e impulsiva, surgen en la afirmación de sí mismo y en la demarcación voluntaria. Busca dominar la situación existencial y adopta una posición antagonista determinada hacia todo lo que es susceptible de entrar en conflicto. La actualización de las fuerzas disponibles y la realización son inmediatas. Su inteligencia dispone de un potencial energético indiferenciado, sin objetivo previo, siempre disponible y renovado (combatividad, optimismo, inocencia, sentido del sacrificio, entusiasmo, juventud eterna...)
 

Tauro
Inhibición natural
Excitación concentrada
Conservación y estabilidad
La Bomba (energía de asimilación)

"Yo no soy ni hermano, ni hijo, ni amigo, yo soy un cerebro. (...) Es necesario que las demás existencias contribuyan con la mía." (Honorato de Balzac)

     La potencia excesiva es el resultado de una acumulación de las fuerzas, de una reorientación exclusiva de las energías, de una estricta regulación de las necesidades, de una especialización de la actividad. Tauro se organiza con eficacia y explota su entorno en vistas a un objetivo de orden que concuerda con sus intereses. Trabajador exigente y perseverante, domina las contingencias existenciales y supera las resistencias y los obstáculos (firmeza, tenacidad, prudencia, paciencia, control, disciplina...) Ahora bien, toda fuente de energía se reduce con el tiempo: la existencia es una "piel de penas" con los recursos limitados, que él sabe administrar con economía y parsimonia.
 

Géminis
Excitación natural
Gasto condicional
Actividad reflexionada
El Flujo (energía de generalización)

"Yo he vivido hoy el minuto del poder y de la invulnerabilidad absolutas. Era una colmena que levantaba el vuelo con los manantiales de la altitud con toda su miel y todas sus abejas." (René Char, Feuillets d'Hypnos)

     Géminis despliega una energía difusa, desbordante, "en todos los azimuts", al servicio de una actividad variada, ampliada, intencional, pragmática. La aceptación previa de las normas colectivas y de las convenciones sociales condiciona una integración eficaz y una adaptación plática a las fluctuaciones del medio (disponibilidad, improvisación, persuasión, diplomacia, olfato...) Géminis evoluciona en el seno de un campo normalizado lo bastante vasto para permitir el desarrollo de sus diseños tácticos. Sabe hacer concesiones y captar las oportunidades de la situación, sacar partido de sus alianzas y apoyos persuadiéndolos a adscribirse a sus miras. Se sitúa en el interés general de seguir la vía en la que compromete su responsabilidad, que a menudo se nutre de la de los demás.
 

Cáncer
Inhibición protectora
Adaptación plástica
Receptividad difusa
La Tierra (espacio de sedimentación)

"No encontrando ya alimento para mi corazón sobre la tierra, me acostumbré poco a poco a nutrirlo con su propia sustancia y a buscar su pasto en mi interior." (Rousseau, Les rêveries du promeneur solitaire)

     Cáncer adquiere su equilibrio por simbiosis con un medio que él supone construido a su medida y que fabrica a la medida arbitraria de sus deseos. Teje pacientemente su tela alrededor de sí mismo, por yuxtaposición de capas sucesivas y por concreción de los aportes exteriores, en un espacio personal y protegido. El mantenimiento de su equilibrio vital implica una existencia esencialmente vegetativa, desarrollándose al margen de toda competición, al abrigo, en un mundo donde la fantasía toma a menudo preponderancia sobre lo "real", en un universo a medida susceptible de vivificarlo y de darle confianza (pasividad, dependencia, cotidianeidad, memoria, afectividad...) Las incitaciones se prolongan en él. Se detiene en revivir el pasado hasta nutrirse de su propia materia y a emocionarse de sus propias emociones. La impregnación progresiva de realidades dispares modela sus vínculos afectivos puntuales, imprecisos, variables. Encuentra su equilibrio en esta aparente fragilidad. Un poco de todo y como venga.
 

Leo
Excitación de traza
Proyección concentrada
Radiación espacial
El Templo (espacio de la fusión)

"Demasiado pronto la vida comenzó a mostrarse demasiado como un triunfo, había sido demasiado bella para que no fuera horrible imaginar que pudiéramos perderla." (Malcolm Lowry, Au-dessous du volcan)

     La concentración de la inhibición crea un centro vacío en la conciencia, un espacio abierto a la presencia de un sagrado, y propicio a la gestación de la fe. Si Leo busca distinguirse es para liberarse mejor de esta vacuidad. Relativamente impermeable a las fluctuaciones de la psique, inmunizado contra la puesta en tela de juicio de sí mismo, domina su comportamiento y sus emociones. La vida mundana, las pasiones y las múltiples intrigas existenciales amueblan su deseo sin saciarlo. Imita la autoridad más que buscar el apoderarse de ella (integridad, lealtad, generosidad, magnanimidad...) Leo es un rey que no busca el poder, sino que redistribuye los poderes. Multiplica las máscaras de su persona poniéndose roles sucesivos y variables según los avatares de sus encuentros, ya que no sabe existir sin el reconocimiento de los demás de su imagen ideal de sí mismo. Leo refleja la conciencia de los demás construyéndose la suya. Sabe hacerse otro, actor de sí mismo, ya que ha superado la alteridad, ya que es otro siendo él mismo.
 

Virgo
Inhibición protectora
Limitación defensiva
Receptividad selectiva
El Espejo (energía de la reciprocidad)

"Cualquiera que haga un serio retorno sobre sí mismo se dará cuenta rápido de que sólo es la mitad de un ser." (Goethe, Máximas y reflexiones)

     Virgo percibe con agudeza sus afinidades enemistades latentes, así como los límites de sus capacidades. Su espacio afectivo se estrecha alrededor de un hogar de elección. El menor detalle relacionado con él suscita su interés ya que es el indicio alentador de la proximidad del ser deseado. Werther. Virgo es sentimental, susceptible de los vínculos más apasionados, aunque "frío", indiferente y crítico en apariencia (deducción, discreción, pudor, abnegación, fidelidad...) El intercambio se concreta a través de los vínculos afectivos, cuasi permanentes. Es el único a tener la capacidad de amar y de darlo todo sin condición. Su receptividad al otro es tan fuerte que adopta sus palabras, los gestos, los estados y los deseos por medio de una suerte de mimetismo inconsciente.
 

Libra
Excitación temporal
Asociación intensiva
Coordinación atenta
El Retorno (tiempo del equilibrio)

"Es la incertidumbre lo que nos cautiva, la niebla lo embellece todo." (Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray)

     La plasticidad psíquica y la atención a las fluctuaciones de lo vivo implican unas relaciones blandas y fluctuantes con el entorno. El acto se recarga con la consideración de todo lo posible, y no se cumple más que por la añoranza de lo que deja a un lado. La dificultad de tomar partido es el resultado de una sensibilidad exacerbada a la diversidad de las conciencias. La indecisión es el resultado de una receptividad a las solicitudes diversas y a un respeto de la integridad de los seres y de sus estados sucesivos (autenticidad, delicadeza, sutilidad, refinamiento, tolerancia, encanto...) Libra no tiene costumbres ni sentimientos parados, polarizados o definitivos: sus vínculos son indefinidos, variables, etéreos, vivificados por la presencia de lo que es susceptible de animarlos.
 

Escorpio
Inhibición diferencial
Atención concentrada
Discernimiento selectivo
El Momento (tiempo de la dosificación)

"En tanto que Único, no tienes nada común con nadie, y de ahí, incluso nada de irreconciliable o de hostil." (Max Stirner, L'Unique et sa propriété)

     La agudeza de discernimiento permite la aprehensión del objeto apropiado, del lugar propicio, del punto sensible, del momento crucial, del instante eterno (perspicacia, sentido crítico, desmitificación, marginalidad...) Escorpio se singulariza subrayando sus diferencias. Sólo tiene certezas relativas. La parte esencial del ser, su nudo vital, escapa a la determinación tanto como a la racionalización, ya que es en lo imperceptible donde se esconde "el poder". Impermeable a toda ilusión, refractario a los valores establecidos, rebelde a todo alistamiento, irreductible a toda identificación, pero sensible a lo que es rechazado, despreciado, dejado de lado, él evoluciona hacia la desposesión y la regeneración de sí mismo.
 

Sagitario
Excitación temporal
Asociación extensiva
Evolución
La Espiral (tiempo de la armonización)

"La empresa de instituir una vida nueva." (Spinoza)

     La apertura a lo universal es el resultado de la preocupación de tener en cuenta todos los puntos de vista y de reunirlos en una visión sintética inspirada. Sagitario sólo tiene en cuenta las aspiraciones menos egocéntricas (solidaridad, equidad, cooperación, fraternidad, compasión...) Qué importa el decoro: nadie posee tal ardor para traspasar sus límites, para anhelar las prohibiciones, para luchar contra las alienaciones, para combatir la iniquidad y la vulgaridad bajo todas sus formas, para desafiar lo utópico mismo y rivalizar con él en la desmesura. La fuerza obedece al deber. La sabiduría se forma a prueba de lo real. Poco importa la incomodidad y los disgustos para aquel que posee simultáneamente el valor de ser y de actuar.
 

Capricornio
Inhibición extintiva
Sistematización activa y generalizada
El Cristal (energía de la cristalización)

"Desplaza tu punto de ensamblaje (...) cierra las puertas de la auto-contemplación. Sé impecable y dispondrás de la energía necesaria para alcanzar el lugar de la sabiduría silenciosa." (Carlos Castaneda, La fuerza del silencio)

     Capricornio se despoja de lo insuficiente, de lo superfluo, de lo artificial, de lo aleatorio, de lo especioso, de lo fútil, con lo que se reviste todo fenómeno en su manifestación, para no conservar más que lo estrictamente necesario (desapego, exigencia, sobriedad, austeridad, exactitud, probidad...) Aspira a la perfección. La preocupación por la objetividad y la búsqueda de la "verdad", de lo absoluto, implican la determinación de no variantes, de propiedades constantes y de elementos permanentes, más allá de los condicionantes existenciales contingentes. La construcción razonada del medio natural y social es el diseño de una inteligencia desinteresada, al servicio de un ideal abstracto y sin concesión. Hay que tomar en serio lo que debe serlo, más allá de las apariencias ilusorias, y ordenarlo según los principios más puros.
 

Acuario
Excitación re-creativa y recreativa
Extinción concentrada
El Código (estructura de la conciliación)

"Creas o no creas en lo que se te enseñará, no pongas jamás ninguna objeción. Imagínate que te enseñamos las reglas de juego del whist." (Stendhal, La Chartreuse de Parme)

     Acuario está abierto a lo que se pierde y desaparece; él rehabilita las ideas abandonadas, reactualiza los valores olvidados. No hay ningún prejuicio que dirija esta restauración de lo inactual, este ensamblaje de elementos renovados (independencia, curiosidad, ingenio, originalidad...) El organismo no tiene ya centro de gravedad: se transforma al hilo de las peticiones del momento. Toda realidad se inscribe mediáticamente en el medio ambiente. Más allá de lo antiguo y de lo nuevo, de lo esencial y de lo accesorio, de lo profundo y de lo superficial, en la superación de las modas y de las rutinas, Acuario goza con el intercambio abstracto sin a priori, en la suspensión del ego. No hay nada de inconveniente, ya que únicamente cuentan las fluctuaciones del juego intelectual en el cual él se inscribe.
 

Piscis
Inhibición extintiva
Estructuración global
La Matriz (estructura de la globalidad)

"Y esta parte de mi ser y algunas otras están ya muertas, otras semi muertas, las más activas y que muestran el primer rango durante el vigor de mi edad. Es por ello que me apresuro y escapo a mí mismo." (Michel de Montaigne, Essais)

     La mayor parte de las incitaciones son rechazadas, relativizadas, disgregadas. Piscis escapa a todo control y a todo sometimiento puesto que sólo reacciona a las señales esenciales. Advertido de antemano y prevenido contra lo imprevisto, se desliza, bordea y atraviesa las situaciones y los medios basándose en ellos. Su plasticidad mental le protege contra las fluctuaciones del momento y lo mantiene a distancia de los condicionantes variables que él neutraliza (desentendimiento, despojamiento, renuncia, ascesis, placidez...) Se vuelve otro tanto impersonal, indiferente, disoluto, "apagado", que no asimila nada no se identifica a nada, no intenta nada. Sus "contradicciones" se explican por su facilidad para cambiar constantemente de punto de referencia.
 

7. De los zodíacos externos al zodíaco interno

"Vivimos en el mismo cielo. Se encuentra ante nuestros ojos. El cielo interior, éste, no está delante de nuestros ojos, está detrás de nuestros ojos." (Paracelso, El Libro Paragranum)

     Los astros son señales concretas, y las relaciones de duración de sus arcos diurnos y nocturnos encuentran su fiador en las formas de excitabilidad de la actividad nerviosa. [19]  El esquema zodiacal clásico no está radicalmente transformado (doce signos, alternancia bipolar, cuartos estacionales), pero encuentra un equivalente interno, de naturaleza neuro-fisiológica. El paso de lo astronómico a lo fisiológico, y de lo existente físico externo a su fiador neurológico, se precisa. Como lo apuntó Paracelso, los ciclos exógenos atañen a ritmos endógenos.

     El zodíaco no está "en el cielo", como lo creen los sideralistas y los adversarios de la astrología, sino en el cerebro. Si imaginamos las zonas recorridas por los planetas, el círculo eclíptico y sus alrededores, vacíos de toda estrella fija: ¡eso sería exactamente el "mismo zodíaco"! Los signos zodiacales son momentos temporales interiorizados, ligados a los ritmos planetarios y cristalizados por el aparato psíquico. Un signo zodiacal es una frecuencia planetaria. No es una superficie delimitada sino una fase específica del desarrollo de un ciclo planetario, un momento temporal calificado con un ritmo energético.

     Únicamente el planeta tiene una existencia física. Los signos son sus fases de tensión y de descanso. El zodíaco ilustra la organización nerviosa de estas fases, la regulación de estos momentos. Representa el "ciclo ideal" de la organización nerviosa: velocidad después lentitud de excitación, lentitud y después velocidad de la inhibición, y desencadenamiento, concentración y después irradiación de cada uno de estos procesos.

     El signo es una modulación de la función planetaria: es la traducción de un modo de reactividad, o mejor, la cristalización nerviosa y psíquica de este modo de reactividad. Los "rasgos de carácter" que podrían relacionárseles sólo son una consecuencia más o menos contingente de la fijación de impresiones parecidas por la representación mental.

    Las disposiciones inconscientes que el signo zodiacal graba en la psique vinculan aspiraciones cognitivas, estéticas, afectivas o morales a ciertas formas de inversión de las funciones planetarias.

     Las células nerviosas envejecen y sólo las conexiones celulares más frecuentes se estabilizan. Es así como el signo, y primero el signo solar, marca su impronta en la psique y se convierte para cada uno en una suerte de arquetipo ineludible, un esquema sin contenido determinado, un potencial de preformación, que orienta la actividad y el juicio en una dirección dada. El signo solar marca el ideal personal; es el centro vital que invierte y canaliza la multiplicidad de los deseos conexos. Más que para cualquier otro operador astral, el individuo aspira al cumplimiento de su signo solar, es decir, al encuentro de un objeto, de una actividad o de un medio, susceptibles de satisfacer las potencialidades de ese signo.
 


[1]  Gilles Deleuze relaciona esta distinción con una problemática temporal (in Différence et répétition, Paris, P.U.F., 1968, p.293-299). En realidad se aplican indiferentemente a uno o a otro de los englobantes de la conciencia: Energía, Espacio, Tiempo, Estructura (cf. "Los cuatro englobantes de la percepción", CURA, http://cura.free.fr/02domi1.html). « Texto

[2]  Yo hago un análisis detallado del Nietzsche Libra: cf. la continuación de mi tesis, "Nietzsche: Equilibrio y Retorno Eterno". Estos pequeños retratos de filósofos no sólo conciernen a la fase apropiada de sus signos solares. Análisis más elaborados tendrían en cuenta todos los factores del tema natal, así como sus relaciones. « Texto

[3]  Cf. mis textos, para el espacio: "Les trois archétypes de l'Espace", http://cura.free.fr/02domi1.html, para el tiempo: "Les trois fonctions temporelles", in Le Temps Cyclique Astral, D.E.A. de l'Université Paris I, 1984, y para la estructura: "Le Ternaire de la connaissance", CURA, http://cura.free.fr/01qqa2.html « Texto

[4]  Cf. la continuación de mi tesis, "Géoculturologie astrale". « Texto

[5]  Cf. Georges Dumézil, Les dieux des Indo-Européens, Paris, P.U.F., 1952 « Texto

[6]  Jean-Pierre Nicola, La Condition solaire, Paris, Éditions Traditionnelles, 1965, p.113 « Texto

[7]  Nicola, Op. cit., p.114-115 « Texto

[8]  Marcel Proust, Du côté de chez Swann, Paris, Gallimard, 1913; 1954; coll. Folio, p.223 « Texto

[9]  Marcel Proust, Le temps retrouvé, Paris, Gallimard, 1927; 1954; coll. Folio, p.9 « Texto

[10]  Marcel Proust, Le temps retrouvé, Paris, Gallimard, 1927; 1954; coll. Folio, p.229 « Texto

[11]  Marcel Proust, Le temps retrouvé, Paris, Gallimard, 1927; 1954; coll. Folio, p.251 « Texto

[12]  Nicola, Op. cit., p.115 « Texto

[13]  Nicola, Op. cit., p.115. « Texto

[14]  Marcel Proust, La prisonnière, Paris, Gallimard, 1923; 1954; coll. Folio, p.222 « Texto

[15]  Marcel Proust, Le temps retrouvé, Paris, Gallimard, 1927; 1954; coll. Folio, p.241 « Texto

[16]  Nicola, Op. cit., p.115-116 « Texto

[17]  Nicola, Op. cit., p.117 et sq. « Texto

[18]  Dane Rudhyar, The pulse of life; trad. fr. [Le rythme du zodiaque], Monaco, Le Rocher, 1981 « Texto

[19]  "El modelo dado por Pavlov me ha permitido operar de una manera metódica y de seguir sobre todo los caminos del pensamiento deductivo. Así, uniendo la excitabilidad del arco diurno (equivalente con la duración del día para cada grado de declinación solar) y la inhibición del arco nocturno, he encontrado en los tipos zodiacales toda la tipología de Pavlov." (Jeane Pierre [sic] Nicola, "Puzzles et modèles d'une recherche", in The Journal of Astrological Studies [a publication of ISAR], 1, 1970, p.237-238)



Referencia de la página:
Patrice Guinard: Semántica de los signos zodiacales
http://cura.free.fr/esp/24semzod.html
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